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Muy rápido y limpio tercer encierro de San Fermín 2019

Los toros de la ganadería José Escolar recorren los 850 metros en manada y resguardados por los cabestros

Un momento del tercer encierro, con toros de José Escolar. En vídeo, el resumen.Vídeo: DAVID DOMENCH
Antonio Lorca
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El tercer encierro de San Fermín, en imágenes

Dos mozos heridos, uno con fractura abierta en un tobillo y el otro con una contusión craneal, es el balance de una rapidísima —dos minutos y trece segundos— carrera de los toros de José Escolar, que, en contra de las previsiones, han superado los 850 metros del tercer encierro de San Fermín sin lanzar cornadas, en manada, resguardados por los cabestros y deseosos de alcanzar cuanto antes la meta soñada de la dehesa en forma de corrales en la plaza.

La novedad más sobresaliente, por otra parte, es que no llovía sobre Pamplona después del diluvio que cayó en la tarde de ayer y que obligó a la suspensión de la corrida, una triste eventualidad que no sucedía en esta feria desde hace veinte años.

No llovía, pero el suelo estaba húmedo y empapado, lo cual no fue motivo para que los animales, toros y cabestros, resbalaran y se produjeran las habituales caídas y los ya lejanos montones en distintos puntos de la carrera. El efecto infalible del líquido antideslizante y la preparación exhaustiva de los cabestros resta cada día más emoción al encierro. Todo está tan diseñado, tan previsto y tan ordenado que más bien parece un desfile que una loca carrera de toros y atrevidos humanos.

Todo está tan diseñado, tan previsto y tan ordenado que más bien parece un desfile que una loca carrera de toros atrevidos humanos

Otra noticia: ningún toro de José Escolar abandonó la manada y volvió a los corrales a poco de pisar la Cuesta de Sano Domingo, como ya ocurriera en los años 2015, 2016 y 2017. Está claro que en esta ocasión no funcionó el imaginario y sofisticado sistema de comunicaciones entre estos familiares de camada que, de año en año, se transmiten las novedades del encierro anterior, decididos a ocupar las portadas sanfermineras por la actitud rebelde de alguno de sus miembros.

Y, además, no les afectó el agua caída. Claro que los toros de Escolar iniciaron la carrera con conocimiento de causa; durante la madrugada recorrieron el encierrillo -el traslado de los Corrales del Gas hasta la pista donde se inicia la carrera oficial- hermanados bajo la lluvia; pero ese no fue más que un paseo, un entrenamiento sin público, algo así como el tentadero en el campo con el que se ejercitan sus lidiadores vespertinos. El encierro, como la corrida, es otra historia.

Como ocurre todas las mañanas, los cabestros tomaron la cabeza de carrera en la Cuesta de Santo Domingo. Hasta cuatro iniciaron el recorrido calle arriba, seguidos, piel con piel, por los cárdenos albaserradas. Menos gente que en días anteriores, menos caídas, también, y todos, casi en fila india, ahora tú, ahora yo, hasta la temida curva de Mercaderes, donde una legión de fotógrafos se desespera porque ya no se producen las espectaculares imágenes de antaño de toros y mozos por los suelos, hechos un amasijo de carne y pitones junto a los tablones que aguantan la fuerza descomunal de la vertiginosa carrera. Los de Escolar giraron a la derecha para tomar Estafeta como si fueran pamploneses de toda la vida, y acometieron la recta con la aparente seguridad de quienes conocen el recorrido y sus avatares.

Por fin, al final de la calle, donde se notó una mayor afluencia de mozos, el primer cabestro, embalado desde el inicio, resbaló, puso cara de susto, cayó al suelo, y ahí se produjo una sucesión de gestos dignos de una cámara lenta. Tropezó un toro, después otro cabestro, un mozo se perdió entre las patas de los animales y se echó manos a la cabeza buscando un refugio inexistente, otro humano se perdía entre pieles bovinas, pero el montoncito no pasó a mayores. Todos se recuperaron con diligencia, se unieron a la carrera y el encierro acabó con rapidez y limpieza.

Dos minutos y trece segundos, y solos dos contusionados ante los toros de José Escolar. Increíble, pero cierto. Mejor así. O no… 

Aquí puede consultar un gráfico con el recorrido, menos de un kilómetro de tensión y carreras por las calles de Pamplona.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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