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Columna
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Azufre

Roger Ailes no llevaba cuernos ni rabo, no desprendía olor a azufre, pero el resto de sus atributos son diabólicos

Carlos Boyero
 Roger Ailes, en una fotografía de 2006.
Roger Ailes, en una fotografía de 2006.Fred Prouser (REUTERS)

Cuentan que a determinada edad cada persona es responsable de su rostro. El tema es negociable desde que apareció la cirugía facial. Vi al productor Harvey Weinstein algunas veces en los festivales de cine. Su careto y su actitud desprendían mal rollo, desdén, arrogancia, poder. Le acompañaban señoras espectaculares. Y todo eran sonrisas y monerías hacia el boss.Y luego pasó lo que pasó. Me gustaría creer que alguna de sus denunciantes le soltó una hostia al acosador y se largó de los fastuosos dominios de este para buscarse la vida en otra parte, previno ante los jueces la habitual conducta hacia las mujeres que deseaba de alguien que se valía del poder para conseguir sexo.

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Pienso en el odioso Weinstein (que también produjo películas excelentes) al ver en Movistar el primer capítulo de la serie La voz más alta y el documental Divide y triunfarás. La historia de Roger Ailes. Este tipo no lleva cuernos ni rabo, no desprendía olor a azufre, pero el resto de sus atributos son diabólicos, alguien que con tal de ganar justifica la metodología más infame, estratega superdotado de las mentiras y los bulos, convencido de que existe una audiencia enorme en las televisiones que desea ser manipulada, que necesita creerse mentiras y la deformación de la realidad.

Da miedo la inteligencia, el cinismo, el conocimiento de los seres humanos y la falta de escrúpulos morales del presidente de Fox News. Pero todo desprende turbiedad. No solo el corruptor. El rey de la mentira también era un depredador sexual con mujeres que trabajaban a sus órdenes. Un cartel nos informa al final del documental de que la cadena pagó 169 millones de dólares a un grupo de hostigadas para que retiraran denuncias, firmaran la confidencialidad. Todo por la pasta. Como siempre.

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