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“España no se ha librado del espíritu de conquista”

Pau Riba, hereje de la Nova cançó, cumple medio siglo de carrera

Pau Riba, el pasado mes de febrero, en Barcelona.
Pau Riba, el pasado mes de febrero, en Barcelona.Massimiliano Minocri (EL PAÍS)

Se avecinan fastos en la agenda de Pau Riba. Dioptria (1969), primer álbum del gran hereje de la Nova Cançó, cumple medio siglo. Con 19 años, el precoz cantautor se inspiraba en Bob Dylan, electrificaba su discurso y sincronizaba el incipiente rock español con la palpitación contracultural. Considerada la primera muestra del género cantada en catalán, conquistaba automáticamente la categoría de clásico y, en opinión casi unánime, se convertía en una obra maestra todavía insuperada.

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¿Qué ha fallado entonces en el rock catalán posterior? “La categoría musical de los intérpretes de Dioptria es muy elevada, su factura no deja resquicios”, explica Riba (Palma, 70 años). “Se trataba de demostrar que en Cataluña, en España, se podía alcanzar un nivel musical internacional. Nos encontrábamos en un momento histórico relevante”, prosigue. “El choque entre cultura y contracultura, las nuevas drogas, el empoderamiento de una juventud hasta entonces sumisa, gracias, entre otras cosas, al rock and roll y al LSD, nos hacían vivir en estado de gracia y colmaban nuestras motivaciones. Las nuevas generaciones inciden en un momento bastante más gris e intrascendente, al menos por lo que a inspiración histórica se refiere, y, pese a que han aprendido y técnicamente han mejorado un montón sobre nosotros, parece que algunos no consiguen ir mucho más allá de lo que son los intereses meramente comerciales. Quizá el momento no es propicio”.

Dioptria, que se reedita en abril por primera vez en versión facsímil —también se publica un libro que desentraña su gestación y el recorrido vital del autor hasta 1972—, se pensó en principio como doble elepé y vio finalmente la luz en dos volúmenes, publicados con 12 meses de diferencia. En el primero, Riba ajustaba cuentas con la familia mesócrata; en el segundo, creaba la suya, huyendo de la civilización a la Arcadia de la utopía. “Para mí, la utopía hippy sigue siendo válida y absolutamente recomendable desde el punto de vista ético. Lo execrable de la familia no era la familia en sí misma, sino los valores con los que la envolvían. El paternalismo, el machismo, el autoritarismo, sobre todo, el padecido, aceptado y adoptado por las mujeres”, opina.

Dos giras

El LSD y otros expansores mentales marcaban la diferencia entre el primer y segundo volumen del álbum. Riba no hace hoy ascos a esa ebriedad: “Sigo usando las drogas sin fronteras, lo mismo que uso sandalias o gel de baño”.

Lo lisérgico no evitó el naufragio de la utopía, ni que a finales de los setenta su carrera entrara en progresiva recesión. De hecho, lleva seis años sin producto nuevo. “Me parece absurdo obligarse a crear cuando el cuerpo ya no lo pide, solo para cumplir con unos dudosos cánones comerciales o con las expectativas de los que esperan determinados comportamientos de uno sin tener en cuenta más que su propio deseo. Con todo, no he parado de escribir a lo largo de estos años”, dice.

Ah, los años. Entre los 70 que ya gasta y el medio siglo cumplido por Dioptria, son muchos. Máxime cuando la salud se ve amenazada, como le ha ocurrido recientemente. “Siento que mi cuerpo sabrá aguantar y mi cabeza chorrea curiosidad por saber cómo acabarán los actuales retos científicos y filosóficos. En el ámbito práctico estoy ocupadísimo con los preparativos de la gira de los 50 años de Dioptria, que arranca el 12 de abril en L’Hospitalet, con ayuda de un montón de guapos amigos que se suman a la efeméride: Kiko Veneno, Albert Pla, Pascal Comelade, Esperit, Vagina Dentata Organ, etcétera. Por otro lado, estamos ultimando los preparativos de un nuevo disco con la Orchestra Fireluche, del que también habrá presentación. Serán dos giras, por tanto: la que mira hacia atrás con amor y la que mira al futuro con ilusión”.

Si el disco se publicó entonces ante el auge del activismo en defensa de una identidad cultural oprimida por el franquismo, su exhumación transcurre en medio de proclamas independentistas. “España no se ha librado del espíritu de conquista asociado a los siglos XV y XVI”, sostiene. Y, hoy, ¿dónde se sitúa Riba en esta urdimbre? “Siempre he sido independentista en todos los aspectos de mi existencia: siempre he querido independizarme, no depender de todas aquellas cosas que hayan podido coartar mis libertades. Y el franquismo coartaba a saco. Esa ideología sigue viva, y en ascenso; mi independentismo relumbra más que nunca”.

Experto en herir sensibilidades, con Dioptria lesionaba Riba la de su discográfica y varias más. Las letras de las canciones se alzaban contra las coerciones de origen burgués. En los tiempos presentes, tan hipersensibilizados, en los que decir en voz alta según qué cosas le puede costar a uno caro —y Riba ya sabe lo que es estar entre rejas—, ¿se lo pensaría antes de llamar prostituta a la protagonista de Vostè? “¡En absoluto! ¡No estoy insultando a nadie!... O a nadie más que una figura literaria construida por mí como metáfora de una situación, un sesgo social, perfectamente criticable”, responde.

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