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FOTOGRAFÍA

David Wojnarowicz: una fértil paranoia

Una exposición reúne la fotografía del versátil artista norteamericano, cuya obra resuena en tiempos de incertidumbre política

Sin título ( globo, nido y Wojnarowicz) Nueva York, 1989
Sin título ( globo, nido y Wojnarowicz) Nueva York, 1989David Wojnarowicz y Andreas Sterzing /Cortesía der Künstle Gallery y P.P.O.W Gallery

Durante la década de los ochenta, en las maltrechas calles del Lower East Side neoyorquino, una generación de inmigrantes, artistas y marginados buscaba su lugar en el mundo alejada de una sociedad intolerante, a la que sin duda alguna contribuía a enriquecer. En este núcleo de efervescencia de la cultura underground encontró David Wojnarowicz (1954-1992) su voz, y la alzó como figura central. Veinticinco años después de su muerte, la obra del polifacético autor está siendo revisada dentro del canon del arte contemporáneo más allá de la etiqueta de contestatario artista gay. El Whitney Museum abrió la brecha, tras dedicarle una gran retrospectiva que llegará al Reina Sofía a finales de mayo. Mientras, el KW Institute of Contemporary Art de Berlín exhibe David Wojnarowicz. Photography & Film 1978- 1992, donde a través de 150 obras (que incluyen fotografías, películas en 16 mm y super-8 y vídeos) se profundiza en una obra “tan sumamente personal como fuertemente política”, tal y como la describe su comisaria, Krist Gruijthuijsen.

Wojnarowicz fue el paradigma del outsider. Descreído ante cualquier tipo de institución, lo suyo eran los márgenes, la búsqueda de la belleza en medio de la fealdad, un grito de ira contra la injusticia y la discriminación, en una época en la que el sida, categorizado como un azote divino por algunos sectores de la sociedad americana, diezmaba la comunidad gay. También acabó con él. A los 37 años dejaba tras sí cientos de obras de arte donde exteriorizaba su rabia y dolor a través de la fotografía, el cine, la pintura, la performance, así como la escritura. “El infierno es un lugar en la tierra. El cielo es un lugar en vuestros corazones”. escribía el artista. “La furia y la desconfianza que manifestaba el artista con respecto a la negligente actitud del gobierno de Reagan en los ochenta resuena en la política actual, donde se ponen en marcha estrategias similares”, señala la comisaria. “Utilizó su voz de artista para luchar por una causa y enfatizó que lo personal es ciertamente político”.

Silencio=muerte, Nueva York, 1989
Silencio=muerte, Nueva York, 1989David Wojnarowicz /Cortesía P.P.O.W Gallery

Nació en Nueva Jersey. Su infancia estuvo marcada por la soledad, la violencia y el abandono. Tras el divorcio de sus padres se trasladó a Nueva York con su madre. Pronto comenzó a pasear por los lugares más sórdidos del extrarradio de la ciudad. A los 12 años un hombre le pagó por tener sexo, sería el comienzo de su experiencia como chapero. Estudió en el High School of Music and Art de Manhattan, pero nunca se graduó. A los 17 años abandonó la casa materna. La calle se convirtió en su hogar; la cocaína, y más tarde la heroína, en su refugio. La vida sin un techo era sinónimo de libertad para su alma indómita. El arte y el sexo se convirtieron en el motor de su vida. Ambas llevaban implícito el riesgo. Siempre se consideró un superviviente en lucha con su instinto de autodestrucción. “¿Qué significa que tu deseo sea ilegal? Miedo, frustración, irá, sí, pero también un despertar político, una fértil paranoia. Mi homosexualidad fue una cuña que lentamente me distanciaba de una sociedad enferma”, escribió.

Trabajó junto a Keith Harring de camarero. Tuvo una banda, 3 Teen Kill 4, donde los sonidos interpretados con juguetes de niños se mezclaban con sonidos grabados indiscriminadamente. A principios de los setenta, realizaría una serie de fotografías en blanco y negro, donde posaba o hacia posar a sus amistades con una careta del poeta Arthur Rimbaud en distintos lugares de la ciudad. Estos estaban relacionados con sus experiencias personales. Yuxtaponía anacrónicamente el tiempo, el espacio y la actividad, relacionando la identidad del poeta simbolista con la suya propia.

Arthur Rimbaud in New York Portfolio, 1978–1979
Arthur Rimbaud in New York Portfolio, 1978–1979David Wojnarowicz /Cortesía P.P.O.W Gallery

“Mi hermano, mi padre, mi lazo emocional con el mundo”. así se refería Wojnarowicz a otra figura, fundamental en su vida: su amante y mentor el fotógrafo Peter Hujar. “Fue él quien le indujo a convertirse en un artista visual, destaca Cynthia Carr, su biógrafa, autora de Fire in the belly. The life and times of David Woijnarowicz. “Por aquel tiempo practicaba fundamentalmente el dibujo.Había  publicado su primer libro, Sounds in the distance, una serie de monólogos de los personajes marginados que iba encontrando en sus viajes. Ya  había finalizado la serie de Rimbaud pero no se consideraba un artista visual. Hujar consiguió incluir una de sus obras en una exposición comisariada por un conocido, en la que participaban Julian Schnabel y David Hockney. Así comenzó a producir más obra y pasó a ser representado por una de las galerías del East Village”.

Con frecuencia la fotografía constituyó la base de su obra, que a veces combinaba con otros medios. Muchas veces la practicaban en colaboración con otros artistas. “Eran pocas las veces que podía contar con un laboratorio o tener el suficiente dinero para alquilar uno”, recuerda su biógrafa. “Cuando murió Hujar, se trasladó a su apartamento donde había un cuarto oscuro, lo que le habilitó a indagar más en el medio”. Hujar murió de sida en 1987. Wojnarowicz filmaría y fotografiaría entonces su cabeza, sus manos y sus pies. El vídeo Fragments for a film about Peter incluye parte de este material y supone un duro testimonio, tan crudo como tierno. “Hujar era lo más importante de su vida. Tenía mucha influencia sobre él. Consiguió alejarle de la heroína. David le cuidó hasta el final”, cuenta Carr. “Cuando la gente que le rodeaba empezó a enfermar y fue consciente de su lucha por mantenerse vivos, se dio cuenta de que no podía seguir relacionándose con gente autodestructiva”. Meses después de la muerte de Hujar, Wojnarowicz fue diagnosticado también de sida.

Sin título (de la serie hombres vendados 1), 1982
Sin título (de la serie hombres vendados 1), 1982David Wojnarowicz /Cortesía P.P.O.W Gallery

Uno de los motivos que llevó a Carr a escribir la biografía del artista fue “querer mostrar a las nuevas generaciones lo que supuso la epidemia. Creo que la gente joven no sabe lo que fue. Es difícil imaginarlo”, afirma. Pero también quiso profundizar en la escena artística de East Village y las guerras culturales. “Wojnarowicz fue una figura central en estas tres vertientes. Fue objetivo de la censura junto con Mapplethorpe y Andrés Serrano. Por aquel entonces la derecha quiso suprimir las ayudas de la National Endowment for the Arts (Fundación Nacional para las Artes), y la Asociación Americana de la Familia le acusó de  inmoral por utilizar la figura de Cristo pinchándose como un yonki en una de sus obras. Mi opinión es que utilizó la figura para destacar la cercanía tanto de Cristo como de sí mismo con los marginales y desfavorecidos”.

La exposición también incluye la serie Untitled, the sex series (for Marion Scemama) (1989), compuesta por fotomontajes en blanco y negro donde se yuxtaponen imágenes de sexo inscritas en un círculo sobre distintos paisajes. El círculo hace referencia a las imágenes captadas a través de prismáticos o telescopios en clara alusión a la injerencia del Estado y la Iglesia en la vida privada. “Fueron varios los que pensaron que este trabajo no había sido realizado por el artista, debido a la complejidad que implica en el laboratorio”, dice Carr. “Pero tenía un talento increíble. Y era muy carismático. La gente gravitaba a su alrededor en busca de cierta autoridad moral".

“Algo que pasé por alto en mi libro fue su sentido del humor, que a veces quedaba camuflado por su ira. Era muy político”, resalta Carr. “No le importaba el estatus, ni el dinero. Existe un mensaje en su obra que él quería lanzar. Lo importante es el mensaje y esto es algo que aun funciona hoy en día. Algo que resulta estimulante para la gente, porque, en cierto sentido, no predomina en estos días. Tuvo el coraje de hacer exactamente lo que creía que estaba bien. Y eso es realmente admirable”.

David Wojnarowicz. Photography & Film 1978- 1992. KW Institute of Contemporary Art, Berlín. Hasta el 5 de mayo.

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