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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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Uñas rotas muy afiladas

Mi libro teatral favorito de 2018 se llama 'Abducciones' y es una antología de textos irónicos, mutantes y feroces de Pablo Remón

Marcos Ordóñez
El autor y director teatral Pablo Remón.
El autor y director teatral Pablo Remón.Jaime Villanueva

Ordenando libros antiguos abro una caja y casi se me saltan las lágrimas: encuentro una docena de ejemplares de la realmente mítica colección de teatro de Cuadernos para el Diálogo, de Pedro Altares, que dirigían y traducían Álvaro del Amo, María Luisa Balseiro y Miguel Bilbatúa, sobre la que los chavales como yo, locos por la escena, nos abalanzábamos en los primeros setenta, y con razón, porque allí podíamos descubrir nada menos que a Pinter, a Stoppard, a Brendan Behan, a Beckett, a Strindberg, a Sean O’Casey, a Brecht, o al novísimo Arthur Kopit. Me fascinaban también las ediciones argentinas de Losada, donde encontré a Tennessee Williams, o las barcelonesas de Aymá, que publicaba textos “difíciles”, como Retorno al hogar, de Pinter, que montó Luis Escobar, o el Marat-Sade de Weiss, que estrenó (y protagonizó) Marsillach, pero en lo alto del podio figuraban los libros de Cuadernos, del mismo modo que si tuviera que elegir entre lo mucho y bueno que se está publicando hoy en ese negociado, diría que mi editorial de cabecera es segoviana y se llama La Uña Rota.

Mi libro teatral favorito de 2018 lo publicaron ellos, se llama Abducciones y es una antología de textos irónicos, mutantes y feroces de Pablo Remón: La abducción de Luis Guzmán, 40 años de paz, Barbados, etcétera, El tratamiento, Los mariachis (que estaba a punto de estrenarse cuando salió el libro) y varias piezas breves, bajo el título de Planetas huérfanos. Y del mismo sello tengo, encima de la mesa, el primer volumen de Teatro Unido, brillante, casi militante título, que reúne las piezas escritas por José Sanchis Sinisterra entre 1980 y 1996, o sea, desde Ñaque o de piojos y actores hasta El lector por horas.

Rejuvenece tener estos libros entre las manos y ante los ojos. Buenas, cuidadas ediciones, al servicio de un teatro apasionado. Teatro para apoyar y descubrir; teatro para compilar. Es fundamental (lo he escrito aquí y volveré a repetirlo) lo que La Uña Rota ha hecho con los textos de Juan Mayorga: en su catálogo puede encontrarse el tomazo (por valía y por extensión: casi 800 páginas) Teatro 1989-2014, con veinte obras dramáticas, complementadas por funciones “en solitario” como Famélica, El cartógrafo o El mago. Y no se pierdan Elipses, su colección de ensayos y artículos compuestos entre 1990 y 2016.

Los aficionados tampoco han dejado escapar las antologías de Rodrigo García (bajo los títulos de Cenizas escogidas y Barullo), Pablo Gisbert (Mierda bonita), o las obras de Angélica Liddell. Como veo que también están “abiertos al extranjero” (desde Brecht a Pascal Rambert), me gustaría que los segovianos nos ofrecieran, por ejemplo, una antología de David Mamet. O de Tony Kushner. O abrieran sus puertas al teatro sudamericano, con Javier Daulte y Rafael Spregelburd, por ejemplo, a la cabeza. Y quiero celebrar, igualmente, el excelente trabajo en catalán de Arola Editors, de quien destaco, entre muchas ediciones admirables, otro “libro encima de la mesa”: las obras completas de Sarah Kane, publicadas el año pasado con versiones a cargo de Albert Arribas, Jordi Prat i Coll y Ernest Riera.

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