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La nueva estirpe tras la Rusia esclavista

‘Punin y Baburin’, que narra el fin de la Rusia zarista y esclavista, es una joya de la amplia colección de novelas cortas de Iván Turguénev

Un campesino ruso descansa sentado en su arado, en 1907.
Un campesino ruso descansa sentado en su arado, en 1907.GETTY IMAGES

Uno no acaba nunca de admirarse del talento narrativo de Iván Turguénev, del conocimiento del alma humana que late en la maravillosa linealidad de sus historias, de la limpieza de su prosa, libre de toda adherencia innecesaria, de la cautivadora habilidad para extraer lo verdaderamente significativo de los personajes que pueblan su universo literario y, en fin, de la intensidad de una escritura conmovedora, valerosa y atenta a la verdad del mundo que le rodeaba. Y todo ello lo consigue siendo no un moralista sino un observador melancólico, un hombre de actitud moderada que ocultaba, tras su paciencia noble y tímida, la pasión por la verdad de una conciencia sensible educada en una rectitud que se abre paso entre la intransigencia y el autoritarismo femenino de la familia y el desentendimiento del padre.

Punin y Baburin es una de las joyas de su amplia colección de novelas cortas. Turguénev utiliza un efecto conocido, el de emplear a una pareja de personajes para enhebrar el sentido de la historia que se nos cuenta. El empleo de una pareja de personajes contrapuestos es un clásico, desde Cervantes en su Quijote hasta la obra maestra de Andrei Platónov, Chevengur. Baburin es un asceta de gran presencia, alto, culto, que anda de un lado a otro buscando trabajo, trabajo que siempre se frustra por su ideología republicana en la Rusia zarista y esclavista. Punin es una optimista sin sentido, oficio ni beneficio, acogido a la protección y camaradería de Baburin. Punin es un hombre corto de entendederas, sentimental y entusiasta hasta el infantilismo.

La novela comienza cuando estos dos llegan a la residencia de la abuela del narrador, una mujer cruel con los campesinos y siervos de su propiedad. El narrador es un joven de talante parecido al de Turguénev, lo mismo que la dureza y crueldad de la abuela proviene de la abuela y de la madre del autor. El narrador siente aprecio y respeto por Baburin y una simpatía irresistible por el loquinario de Punin. Es sensible, además, a las reivindicaciones de Baburin por los esclavos (lo que le costará a éste la expulsión de la casa de la abuela), pero se limita a simpatizar con él, sólo observa desde su posición de pertenencia a la clase social dominante. La anécdota se fracciona en cuatro etapas con varios años entre ellas, siempre contada por el mismo narrador. En el relato aparece una bella jovencita, Muza, que es recogida por la pareja, que parece iniciar un romance con Tarja, un amigo del narrador, a la que Baburin pide en matrimonio, pero ella prefiere a Tarja y escapa, y cuyo destino conoceremos al final al que nos conduce con inteligencia y sensibilidad extrema Turguénev.

Toda la nouvelle es un prodigio de contención y precisión, nada falta y nada sobra. Hay un planteamiento generacional, tan caro al autor, centrado en la evolución de Muza, lo que Baburin detecta como la “nueva estirpe”, y en la novela asistimos a la manumisión de la esclavitud y el paso adelante de la nueva generación que encarna las nuevas ideas. Hay en la obra una mezcla de convicción, melancolía y piedad que casan a la perfección con la actitud vital de Turguénev. Y una eficiencia y frescura de dicción que ningún amante de la belleza se debería perder.

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Autor: Iván Turguénev (traducción de Marta Sánchez Nieves).


Editorial: Nórdica Libros (2018).


Formato: tapa blanda y versión Kindle (128 páginas).


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