Julia Holter: un pequeño gran apocalipsis musical
El nuevo disco de la cantante recibe una calificación de 7 sobre 10
En tiempos de streaming, canciones de tres minutos, producciones inmediatas y listas de reproducción en modo aleatorio, Julia Holter ofrece un disco de casi hora y media atiborrado de detalles, cultismos, referencias elevadas e invitaciones a la rendición. Si hasta hoy la discografía de la cantautora avant pop era un reto no apto para impacientes, Aviary dobla la apuesta y planta ante nuestros oídos acomodados uno de los desafíos sonoros, literarios y emocionales más polémicos y controvertidos del año en el universo indie.
Artista: Julia Holter
Disco: Aviary
Sello: Domino / Music As Usual
Calificación: 7 de 10
Sirva Everyday is an Emergency como ejemplo ilustrativo de la pirueta que propone Holter en su retorno discográfico: cuatro minutos de solo improvisado de gaita, a caballo entre el free jazz y las primera clase particular de un advenedizo con el instrumento, que justo cuando empiezan a destrozarte los nervios dejan paso a una tenebrosa y preciosa nana de pop gótico que te desarma. Así todo el álbum: capaz de desquiciarte, fascinarte, enamorarte, aburrirte o sorprenderte en una misma canción, la artista californiana se muestra más escurridiza, esquiva y críptica que nunca. Y eso ya es mucho decir.
Drones, gaitas, sintetizadores, violines o trompetas; cantos tibetanos, ambient planeador, psicodelia o folk medieval; poemas rusos, citas en occitano, referencias a Dante o versos propios de trovadores. Aviary es un cajón de sastre que escupe de forma desordenada e impredecible el caos creativo que colapsa y sacude la mente de la autora. Un pequeño gran Apocalipsis musical y personal que en cierto modo pretende erigirse en banda sonora de la convulsión política y social que ha experimentado el mundo, y más concretamente Estados Unidos, en los últimos años.
El disco está claramente dividido en dos partes. La primera, más radical y abrupta, sacia hasta el extremo el afán experimental de Holter pero deja al oyente algo aturdido y desorientado. Se acumulan demasiadas ideas sin aparente sentido ni final y queda cierta sensación de que la cantautora se limita a epatar por epatar. Por el contrario, la segunda, más pop y cercana, aunque en ningún caso cómoda ni accesible, supone el reencuentro con ese pop de cámara melancólico que ha hecho de la cantante una de las figuras más interesantes y rompedoras del circuito alternativo. La tentación pasa por quedarse decididamente por este segundo tramo del álbum, repleto de momentos bellos, emocionantes y más convencionales dentro de su propia rareza y peculiaridad y tomarse la primera más como un capricho de autor que como una propuesta justificada.
Aviary es, en definitiva, un proyecto desigual, deslumbrante por momentos y exasperante en otros, pero, sobre todo, es excesivo. No solo por la duración o la brutal acumulación de ideas planteadas, sino también por la sensación de que Julia Holter ha querido ponérselo demasiado difícil incluso a los que ya vienen convencidos de casa y el desafío se le ha ido de las manos.
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