Cuando salvar una librería es cosa de George Saunders
Al borde de la extinción, los propietarios de Cappelens Forslag tuvieron una idea genial: crear libros que no existen para autofinanciarse
Este verano estuve en Oslo y, además de intentar encontrar la casa en la que vivió durante un tiempo Knut Hamsun, una casa de madera que construyó con sus propias manos y que es hoy, según Roy Jacobsen, el escritor, una casa de acogida para madres solteras, intenté encontrar una librería en la que no se vendiesen peluches. Fue complicado. No existe una verdadera cultura de la no novedad bibliográfica en Noruega. Quizá por eso Cappelens Forslag se estaba ahogando. Cappelens Forslag es una librería. La única librería en la que no venden peluches de toda Oslo.
Los propietarios de Cappelens Forslag quisieron convertir su pequeño y encantador negocio – apenas una habitación con aspecto de sala de estar, sofá, lámpara de pie, paredes atestadas de estantes, una pequeña mesa con una máquina de escribir, un ridículo pasillo, otra habitación con dos mesas y una barra y la aspiración de convertirse en escenario de agradables veladas literarias no protagonizadas por Karl Ove Knausgard – en una suerte de Shakespeare & Co – están especializados en libros firmados y primeras ediciones en inglés: tienen una de Howl autografiada por Allen Ginsberg – pero ni siquiera llegaron a formar parte del circuito de librerías de la ciudad. Porque no existe nada parecido.
Puesto que lo imposible no era posible, se plantearon cerrar. Pero entonces tuvieron una idea genial. Crearían un objeto de culto, una enciclopedia experiencial cuyas entradas firmasen auténticas estrellas, y la pondrían a la venta. El precio sería alto, porque sería una edición numerada, claro. Pensaron en Paul Auster hablándoles, por ejemplo, del azar, es decir, pensaron que en la A estaría la palabra azar y que le seguiría una definición que incluyese una anécdota personal del autor de Leviatán escrita por él mismo.
Pensemos en el Richard Brautigan de The Abortion: An Historial Romance y el tipo al frente de una librería que alberga únicamente libros que no existen, libros que son, en realidad, ejemplares únicos que nadie que no pise la librería en cuestión va a poder leer jamás y nos haremos una idea de lo que finalmente consiguieron. Porque lo consiguieron. Publicaron el libro. Y con la primera tirada recaudaron más del doble de lo que esperaban: nada menos que 50.000 euros. Y todo gracias a George Saunders.
Porque Paul Auster declinó amablemente la oferta, pero a George Saunders la idea le pareció estupenda. Y a Jarvis Cocker también. Jarvis Cocker incluso fue en persona a la librería a escribir su entrada. Desde entonces, The Conversational Lexicon, no ha dejado de crecer. Y, aunque siga sin existir nada parecido a un circuito de librerías en la, por otro lado, lectora Oslo, los chicos de Cappelens Forslag se sienten un poco menos solos. Y cada euro gastado en cada numerado ejemplar vendido es un donativo para la resistencia.
Babelia
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