‘Vivir sin permiso’ da lo que promete
La serie de Telecinco tiene potencial porque tiene claro lo que es, a quién se dirige y lo que quiere dar. No es 'Fariña', no es 'Narcos'. Es otra cosa. Y funciona

Telecinco sabe lo que le funciona y lo que quiere su público. No se prodigan mucho en el campo de la ficción, pero tienen claro cuál es la fórmula que encaja con ellos. Dejando a un lado La que se avecina, que les sigue funcionando como un tiro, El Príncipe fue su último gran éxito en cuanto a audiencias. Por eso es lógico que hayan confiado en Aitor Gabilondo, uno de los creadores de aquella, para su nueva gran apuesta de ficción, Vivir sin permiso. Eso detrás de las cámaras. Delante también repiten los dos protagonistas, Jose Coronado y Álex González.
La serie que ha estrenado este lunes Telecinco tiene los ingredientes para convertirse en un nuevo éxito. Combina bien el thriller de narcotraficantes que tan buenos resultados está dando últimamente, con el drama centrado en una saga familiar. En este caso, y en contra de lo que ocurría en Fariña, la historia se sitúa en el momento en el que Nemo Bandeira (Coronado), antiguo capo de la droga de la ficticia región gallega de Oeste y reconvertido en respetado empresario, busca sucesor para sus negocios entre sus hijos cuando se le diagnostica Alzhéimer. Mientras que sus descendientes biológicos huyen del mundo de su padre, su ahijado (González), que se ve a sí mismo como sucesor natural, queda fuera de la ecuación por no tener su misma sangre. En el juego entra también una hija de otra relación.

Rodada en localizaciones naturales con tomas en las que una luminosa Galicia se luce de una forma muy diferente de como lo hacía en Fariña, Vivir sin permiso sabe hasta dónde puede llegar y da a sus espectadores todo lo que esperan en un primer capítulo demasiado largo pero que sirve de presentación de todas las tramas y las relaciones entre los numerosos personajes. Eso sí, chirría la mezcla de acentos, pero se perdona cuando te dan la oportunidad de disfrutar de Coronado como ese león herido que es Nemo Bandeira.

Vivir sin permiso tiene potencial porque tiene claro lo que es, a quién se dirige y lo que quiere dar. No es Fariña, no es Narcos. Es otra cosa. Y la combinación, al menos en su presentación y teniendo en cuenta esas características propias, funciona.
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La Galicia posnarco de ‘Vivir sin permiso’
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