‘El Continental’, el aburrimiento
No se entienden ni el guion ni la dirección de la nueva serie de La 1. Ni el desaprovechamiento de tanto actor con posibilidades en un capítulo demasiado largo
El Continental quería ser Peaky Blinders. También quería ser un wéstern, un cómic, una fábula feminista, un cuento de mafiosos, incluso un ejercicio de estilo. Ser rompedora. La serie que La 1 ha estrenado este lunes quería ser muchas cosas y no consigue ninguna. Su primer capítulo, ante todo, es muy largo y muy aburrido. Y esto último es lo peor que puede ser una serie.
El arranque de El Continental se toma demasiado tiempo en mostrar a sus personajes para no lograr contar realmente mucho. Por un lado está Ricardo (Álex García), el líder de una banda de gánsteres que está enfrentada al grupo que encabeza su tío (Roberto Álamo). Por otro lado, está Andrea (Michelle Jenner), la hija del propietario de un bar (Manolo Solo) que tiene que asociarse a la fuerza con Ricardo. El gánster se fija en la chica, evidentemente. Y, aunque ella debería temerle, no parece hacerlo. Por otro lado, Franceso (Secun de la Rosa) es un liante que trata de sobrevivir haciéndose pasar por un diseñador de interiores italiano de renombre que se ofrece para redecordar El Continental y convertirlo así en un cabaret que pueda ser centro de la vida nocturna de esta ciudad cuyo nombre no conocemos.
En un capítulo en el que mueren personajes casi antes de que hayan podido ser presentados —y en el que hay tiempo incluso para que alguno de ellos resucite—, se suceden los planos secuencia, la música y ambientación inspiradas en la serie británica antes mencionada. Una acumulación de elementos sin ton ni son. El Continental aspiraba demasiado alto y pronto se nota que se queda demasiado abajo, peca de pretenciosa. No se entienden ni el guion ni la dirección. Ni el desaprovechamiento de tanto actor con posibilidades. Sus casi 90 minutos tampoco apuntan hacia la historia feminista que quiere narrar su autor, Frank Ariza (creador de series como Perdóname, Señor o Dreamland), la de la primera mujer gánster. La historia no fluye y no invita a seguir. Aburre.
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