Juan Ortega, gusto y pureza, sorprende gratamente en Las Ventas
El diestro sevillano corta una oreja ante una desigual corrida de Valdefresno
Siempre se dijo que las corridas de verano en Las Ventas servían para descubrir nuevos toreros; matadores jóvenes u olvidados que, sin apenas paseíllos a sus espaldas y sin contratos en el horizonte, acudían a Madrid con la esperanza de ponerse en boca de aficionados y empresarios. Pero la historia ha cambiado. Cambió hace tiempo, cuando, paulatinamente, las corridas de toros se fueron sustituyendo por novilladas. Y si es fundamental que una plaza de temporada como Las Ventas dé oportunidades a los novilleros, también lo es el que no olvide a aquellos que, tras tomar la alternativa, han quedado relegados al olvido.
Buen ejemplo de todo ello es Juan Ortega, un joven sevillano que apenas ha toreado tras doctorarse a finales de la temporada de 2014, hace ya cuatro años. Completamente ausente del circuito de las grandes ferias, confirmó la alternativa en Madrid en 2016 y, tras aquella tarde, se perdió su pista. Pues Ortega, que solo se vistió de luces en dos ocasiones la pasada temporada, sabe torear. Y muy bien. Lo ha demostrado este miércoles en la tradicional corrida del 15 de agosto, celebrada en Madrid con motivo de la festividad de la Virgen de la Paloma.
Sereno en todo momento, ya demostró sus buenas maneras al desplegar el capote y hacer un breve pero bello quite en el primer capítulo del festejo. Dos verónicas de ensueño y una personal media abrieron boca. Pero el impacto llegó en la faena a su primero, un buen toro de Valdefresno que apuntó debilidad en los primeros tercios, pero que sacó fondo y embistió con gran nobleza, fijeza y calidad. Siempre bien colocado, asentadas las zapatillas, el sevillano adelantó la muleta con naturalidad y toreó con gran templanza y hondura. Sin aspavientos, dando el medio pecho, cargando la suerte, embarcó a su oponente desde adelante y vació las embestidas atrás, en la cadera.
No fue el suyo un trasteo redondo, no, pero si dejó un magnífico sabor de boca y la impresión de que Ortega no es uno más. Maneja los engaños con gusto, torería y personalidad, palabras mayores en estos tiempos de pegapases. El inicio y el final de la obra, doblándose por bajo, así como los adornos y remates, como los molinetes, los pases de desprecio o los trincherazos, también tuvieron sabor. La estocada, desprendida, puso en su mano una oreja, de discutible peso, pero que debe servirle para salir de la difícil situación en la que se encuentra. Desafortunadamente, el noble pero soso y descastado quinto no le permitió redondear la tarde.
VALDEFRESNO / MORAL, ORTEGA, ESPADA
Toros de Valdefresno y Fraile Mazas (3º y 4º), bien presentados en conjunto, serios y astifinos, y de juego desigual. Destacaron por su nobleza, calidad y fijeza 2º, 3º y, en menor medida, el 6º. El resto, nobles, pero blandos, sosos y descastados.
Pepe Moral: estocada baja y trasera (silencio); el toro se echa y es apuntillado (silencio).
Juan Ortega: estocada desprendida (oreja); pinchazo _aviso) pinchazo, estocada corta, desprendida, perpendicular y atravesada _segundo aviso_ y un descabello (palmas y sale a saludar con algunas protestas).
Francisco José Espada: estocada muy atravesada _aviso_ y dos descabellos (saludos); _aviso_ estocada tendida y descabello (silencio).
Plaza de toros de Las Ventas. Miércoles, 15 de agosto. Alrededor de un quinto de plaza (6.036 espectadores, según la empresa).
Al contrario que su compañero, Francisco José Espada demostró que no todos los jóvenes carentes de contratos son capaces de aprovechar las escasas oportunidades que se les brindan. Con el mejor lote de la desigual corrida de Valdefresno, el madrileño naufragó en un océano de fríos y mecánicos muletazos. Aunque logró que parte del escaso público presente en los tendidos jaleara por momentos su labor, ejecutó el toreo de forma lineal y anduvo siempre despegado. Todo, pese a encontrarse con un notable tercero, de gran movilidad, fijeza y recorrido, y un noble sexto que, aunque se vino a menos, también tuvo un buen número de aprovechables arrancadas.
Menos suerte tuvo en el sorteo Pepe Moral, que, ante un lote sin casta ni fuerza, apenas pudo dejar un buen saludo capotero frente al que abrió plaza y algunos detalles sueltos en sus dos voluntariosas faenas de muleta.
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