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arte

La inquietante extrañeza

El complejo mundo de Carmen Calvo se instala en el Museo Cerralbo reformulando viejas fotos familiares

'C’est le malheur' (2001), de Carmen Calvo.
'C’est le malheur' (2001), de Carmen Calvo.

Hay algo absolutamente primario en recortar pedazos de papel para luego ensamblarlos, como si creyéramos tener un poder oculto con el que confeccionar algo distinto y sin nombre. Algo parecido a construir el origen de las cosas. Una construcción, eso sí, destructiva: la antítesis de lo conocido, la libertad combinatoria, la cultura del exceso. El mundo como remix. Es el poder que tiene el collage y el ejercicio de refotografiar: el humor aparece, los límites se esfuman y poco importa la saturación visual.

Por esa senda del sampling ha caminado siempre Carmen Calvo (1950), una de las artistas referentes en la conceptualización contemporánea del fragmento. Interesada por la arqueología, su obra tiene una esencia de hallazgo y de reminiscencia, especialmente la que presenta ahora en el Museo Cerralbo, de la mano de Oliva María Rubio y al hilo de PHotoEspaña. En el título ya encontramos el primer fotomontaje, Quietud y vértigo, dos términos que se apoyan el uno en el otro desde el antagonismo. La artista rescata antiguas fotografías de álbumes familiares encontradas en mercadillos, fundamentalmente de las décadas de los cuarenta y de los cincuenta, para sacarlas de contexto y dotarlas de nuevos significados. Esa es la síntesis de todo su trabajo desde que empezara a exponer a los 18 en su Valencia natal, donde Equipo Crónica había dejado una considerable huella pop. El proyecto saca del olvido imágenes a las que Carmen Calvo da una nueva vida y un nuevo sentido, como si trazara un diálogo transgeneracional buscando la sombra que hay tras el ojo ajeno. A eso Freud lo llamó “la inquietante extrañeza”. Tiene eso mucho que ver con su constante invocación a lo ausente y con ese impulso primero, con el que arrancaba este texto, que tiene toda mirada salvadora. La suya lo es, y también salvada. Se mueve siempre en el doble o nada, como buena artista atenta a la alta potencia y a la baja cultura. Mal de muchos: Kurt Schwitters, Richard Prince, Joan Rabascall, Joan Fontcuberta, Carol Bove…

El recurso de lo objetual, la tendencia a la acumulación y la repetición rítmica siguen marcando sus últimas obras, aunque en sus collages indaga en un paisaje más llano y desnudo. Los que colgaban en la caseta de la galería Rafael Ortiz la pasada edición de Arco evocaban el poder femenino desde la belleza que desprendían las revistas antiguas. La lírica seducida por el assamblage. Un gran teatro de mezclas, como este, que celebramos una vez más entre contradicciones y revelaciones, deshaciendo identidades y forjando otras nuevas.

Carmen Calvo. Quietud y vértigo. Museo Cerralbo. Madrid. Hasta el 16 de septiembre.

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