_
_
_
_
sillón de orejas
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La ‘futbolización’ del mundo

El fútbol es el reino de la metonimia: los comentaristas tienen a gala no pronunciar “pelota” o “balón”, de ahí el casi cosmológico uso de “esférico”, o el más artesanal “cuero”

Manuel Rodríguez Rivero
John Coltrane, en la foto que sirve de portada al nuevo álbum.
John Coltrane, en la foto que sirve de portada al nuevo álbum.chuck stewart

1. Visiones

Por circunstancias muy prolijas de relatar, pero que tienen que ver con dos operaciones de cataratas —a las que me sometí en una afamada clínica oftalmológica madrileña— y que, por ahora, han terminado en sendos pequeños (o no, ya veremos) desastres, me he visto obligado en el último mes a una vida más sedentaria de la habitual. Puedo leer —sin cansarme— y escribir —siempre que utilice en mi computadora un cuerpo de letra 24 o superior—, escuchar música y ver la tele. Tengo que reconocer que estoy mejor que el viejo bardo Milton, por ejemplo, o que el Borges más cegato. Incluso —era miope, aunque no ciego— que el más llorado Onetti, que al final de su vida encamada se chutaba a diario con su cóctel de whisky, cigarrillos rubios y novelas policiales. En cuanto a la música, me ha consolado escuchar a través de la WBGO —una estupenda emisora de jazz con sede neoyorquina y acceso gratuito a través de iTunes— el recientísimamente descubierto “álbum perdido” de John Coltrane Both Direction at Once: The Lost Album, que recoge una grabación (1963) desconocida hasta ahora del cuarteto del genial saxo tenor, con McCoy Tyner al piano, Jimmy Garrison al bajo y Elvin Jones a la batería, y que acaba de publicar Impulse! En cuanto a la tele, tengo que reconocer que he dedicado muchas horas a la llamada Copa del Mundo: no porque me interese lo más mínimo el balompié ni sus idolatradas celebrities, sino porque la visión de un cuadrilátero verde con diminutas figurillas multicolores deslizándose por él me servía de sedante óptico. Y como, más que ver, lo que hacía era escuchar, me ha divertido descubrir que el fútbol es el reino de la metonimia: los comentaristas tienen a gala no pronunciar “pelota” o “balón”, de ahí el casi cosmológico uso de “esférico”, o el más artesanal y repujado de “cuero” (un ejemplo: “Messi lleva un rato sin acariciar el cuero”), para designar la redondez pataleada objeto de los desvelos de las figurillas semovientes. Lo único que me extrañaba es que, todavía, los turiferarios comentaristas de Mediaset no hayan descubierto el término “ónfalos” para designar el área central del llamado “terreno de juego”. Todo llegará. Mientras tanto, he leído intermitentemente, pero con creciente interés, el ya antiguo, pero aún provocativo y desmitificador, ensayo de Jean-Marie Brohm y Marc Perelman El fútbol, una peste emocional (Antonio Machado). El libro, que tiene ya 20 años y que causó una enorme controversia cuando se publicó, es un análisis en profundidad de la parte más oscura —o mejor, negra (dinero, corrupción, uso político, populismo, hiperconsumo, nacionalismo, violencia, racismo, machismo)— del más popular de los deportes y de cómo, al ritmo que ha marcado la globalización, se ha ido produciendo la futbolización del mundo. Y tranquilos, que ya falta menos para Qatar 2022: a ver si para entonces Argentina se come un rosco “albiceleste”. Hay que fastidiarse.

2. Divulgaciones

Dos ensayos entretenidos de sendas editoriales que los cultivan abundantemente. No se dejen engañar por el título disuasorio que Debate ha puesto al suyo:¡No seas neandertal! y otras historias sobre la evolución humana, de las coreanas Sang-Hee Lee (paleoantropóloga) y Shin-Young Yoon (periodista científica). Se trata de un recorrido ameno y puesto al día de cuestiones clave de la evolución humana y de la formación del sapiens sapiens, desde la alimentación (con una interesante digresión en torno a la cada vez más extendida intolerancia a la lactosa) hasta la división del trabajo, el nacimiento del arte y la sociabilidad. El último aliento de César (Ariel), de Sam Kean, es otro ejemplo de buena divulgación científica acerca de lo único gratis (y no estoy seguro que todavía lo sea): el aire. Kean ha compuesto su “historia épica” —desde la formación de las primeras cuatro atmósferas hasta las guerras meteorológicas actuales— con el viejo sistema de instruir deleitando. Por eso, introduce de vez en cuando “interludios” que ilustran el texto anecdóticamente. Uno de ellos, particularmente gracioso —y rigurosamente histórico—, es el del Pétomane (el Pedómano), aquel artista francés que convertía el aire que conseguía introducirse por su —perdónenme— trasero en ventosidades ruidosas (pero afortunadamente inodoras) que modulaba a su antojo. Su pedorra habilidad, descubierta —faltaría más— durante su servicio militar, regocijaba a su público y causaba admiración. Por eso, desde mediados de 1880 decidió sacarle partido convirtiéndola en espectáculo. Su éxito fue tan absoluto que en la década siguiente fue contratado por el Moulin Rouge, convirtiéndose en el artista (nunca aceptó otra denominación) mejor pagado de Francia, con ingresos superiores a los de Sarah Bernhardt. Después de disputas y juicios a cuenta de su “propiedad intelectual”, su éxito se apagó definitivamente cuando estalló la Primera Guerra Mundial y la gente ya no estaba para frivolidades aéreas. Sic transit gloria pediti, como tal vez habría filosofado un improbable seguidor barroco del inmarcesible Catulo.

3. Infantiles

Según los últimos datos de LibriRed, el segmento de libros infantiles y juveniles es uno de los pocos que han crecido en lo que llevamos de 2018: mientras la ficción para adultos —a pesar de Patria (Aramburu) y de Las hijas del capitán (Dueñas)— ha experimentado un descenso del 8%, este ha crecido un 2,32%. En este contexto, la Historia crítica de la literatura infantil y juvenil en la España actual (1939-2015), de Jaime García Padrino (Marcial Pons), uno de los más reconocidos especialistas en este campo, constituirá a partir de ahora un libro de referencia imprescindible (tapa dura, 796 páginas) para comprender y analizar la literatura infantil de la primerísima posguerra en adelante, mediante el análisis riguroso de temáticas, obras, series y autores clave de cada periodo, incluyendo las creaciones del exilio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_