Sexo de papel
Jean-Louis Guereña actualiza 'Detrás de la cortina', que reúne nueve estudios del autor sobre la sexualidad en España entre finales del siglo XVIII y mediados del XX
¿Quién y cómo se decide que un tema merece ser tratado por los historiadores? Durante mucho tiempo algunas cuestiones fueron consideradas poco relevantes, poco serias o poco legítimas a fin de convertirse en historia. De otras, en cambio, no había dudas sobre su importancia, su seriedad o su legitimidad. Estudiar a un grupo social era bien visto, pero no a un individuo; tratar de los trabajadores que se declaraban en huelga o se manifestaban resultaba esencial, pero no ocuparse de lo que estos hacían en su tiempo libre —y menos si se divertían en las tabernas o en bailes—; contar ovejas y marranos daba prestigio, todo lo contrario que ocurría si alguien tenía la idea de dedicar sus esfuerzos al análisis de símbolos e imaginarios; centrarse en los resultados electorales era tolerable, pero no en los procesos de politización. El marxismo dominante durante décadas en la historiografía española marcó los límites de lo legítimo. No fue, sin embargo, la única vía de constricción del territorio de la historia.
La situación, afortunadamente, empezó a cambiar en las décadas finales del siglo XX. En España lo hizo de forma lenta y con resistencias no precisamente pequeñas. Los temas que trata el historiador no son, en ellos mismos, importantes o serios. Lo que los convierte en tales es la forma de abordarlos, a partir, está claro, de unas preguntas bien formuladas. Hacer buena historia no depende del objeto tratado. Los estudiosos de las épocas medieval y moderna fueron más receptivos a los aires nuevos que los contemporaneistas. El papel de los historiadores españoles formados en Oxford (Romero Maura, Fusi, Varela Ortega), así como el de los hispanistas —Serrano, Botti o Guerra, pongamos por caso—, resultó decisivo en la renovación de la historia contemporánea de España. Dentro del hispanismo francés sobresalieron, por aquel entonces, un grupo de historiadores, encabezados por el ya citado Serrano, que se ocuparon especialmente de la historia sociocultural: Maurice, Salaün, Ralle, Lecuyer, Guereña, Brey, Orobon o, entre otros, Bussy Genevois.
Uno de los hispanistas citados, Jean-Louis Guereña, catedrático emérito de la Universidad François-Rabelais de Tours, acaba de publicar Detrás de la cortina. El sexo en España (1790-1950). El sexo y la sexualidad constituyen parcelas, precisamente, poco tratadas por los historiadores, en especial los españoles, hasta épocas bien recientes. El libro es una traducción revisada y actualizada de un original publicado en francés en 2013, en la editorial de la Universidad de Rennes, con el título Les Espagnols et le sexe, XIXe-XXe siècles. Se reúnen en el volumen nueve eruditos estudios del autor, publicados en su mayor parte en revistas académicas o recopilaciones de trabajos, fruto de sus investigaciones de las últimas décadas en el campo de las sexualidades en España, entre finales del siglo XVIII y mediados del XX. Se adopta una indisociable perspectiva social y cultural.
Como cualquier trabajo de origen francés, Detrás de la cortina está dividido en tres partes: el descubrimiento del sexo —las colecciones populares de sexología y el uso del preservativo masculino, al que se dedica un capítulo de gran interés—, la prostitución —las reglamentaciones, el burdel como espacio sociable y las campañas abolicionistas de Josephine Butler y su impacto en la península Ibérica— y el erotismo y la pornografía, desde los libros prohibidos por la Inquisición hasta las teorías sexuales de Gregorio Marañón, pasando por la producción erótica clandestina, el erotismo gráfico de Eusebi Planas y las colecciones eróticas y pornográficas populares de las décadas de 1920 y 1930.
Estamos ante una obra que ofrece muchísima información. Guereña es un incansable recopilador de datos de archivo y hemeroteca, al tiempo que un ávido coleccionista de libros —no solamente pornográficos—. Véase, como muestra, Un infierno español: un ensayo de bibliografía de publicaciones eróticas españolas clandestinas (1812-1939), de 2011. Las representaciones de la sexualidad, en especial las literarias y artísticas, y los discursos —religioso, médico, jurídico, político, alternativos— reciben un detallado tratamiento. El trabajo de reconstrucción de la lista de obras y colecciones eróticas y pornográficas españolas, así como de sus autores, argumentos y precios, en la primera mitad del siglo XX, pero especialmente en la tercera y cuarta décadas de la centuria —momentos culminantes de la llamada “ola verde”—, merece ser destacado. No escapan al autor ni la novelita La socialización del chumino. Novela comunista, de 1934, ni imprentas de nombre tan inequívoco y poco imaginativo como la de Sacarías Leche.
Las páginas en las que el autor se ocupa de los textos, para decirlo a la manera del gran Rousseau, que se leen con una sola mano constituyen un ejercicio de búsqueda encomiable. No puede decirse lo mismo, sin embargo, por lo que a las prácticas sexuales se refiere, que, con la excusa de las fuentes, quedan fuera de la obra. El caso de la prostitución, entendida como mal menor en una tradición que se remonta a san Agustín, es ejemplar: se trata con minuciosidad la reglamentación y los debates proabolicionistas, pero meretrices y clientes casi no tienen vida propia en este libro. Algo se apunta en esta dirección en el cuarto capítulo, en el que se aborda el burdel como espacio de sociabilidad, tanto masculina —desde el rito colectivo de “ir de putas” hasta el prostíbulo como lugar de recreo no únicamente sexual— como femenina, en especial la vida cotidiana de las prostitutas. Hay pasajes muy interesantes, pero queda muchísimo por hacer en temáticas de esta naturaleza. En la obra de Guereña, el sexo es, por encima de todo, sexo de papel.
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Autor: Jean-Louis Guereña.
Editorial: Ediciones Cátedra (2018).
Formato: tapa blanda (672 páginas).
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