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Elemental
Coordinado por Juan Carlos Galindo

Las Casas Ahorcadas: el festival de los lectores de novela negra

Siete escritores del género rememoran su paso por el festival, cuya sexta edición se inicia este jueves

Detalle del cartel de la sexta edición.
Detalle del cartel de la sexta edición.

A veces parece que el género negro en España goza de buena salud gracias a ciertos milagros, pero pocos como Las Casas Ahorcadas. El festival de novela negra surgido de un club de lectura entusiasta hasta los huesos y dirigido por Sergio Vera, sabiduría y bonhomía casi a partes iguales, celebra su sexta edición, que empieza este jueves. Aquí pueden consultar el programa completo.

En un lugar en el que se respira pasión por la lectura y en el que quienes van son tratados como en pocos sitios, la mejor manera de reflejar lo que allí se vive es preguntar a quienes han sido sus protagonistas. Aquí van las opiniones de ocho escritores que llevan este pequeño festival en su corazón.

ROSA RIBAS

En los tiempos que corren, que un lector te ponga en aprietos es una bendición. Que lea con ganas, un bendito milagro Carlos Bassas

"Al pensar en el festival de novela negra de Cuenca la primera palabra que me viene a la mente es “familia”. Por muchas razones. Por el carácter tan acogedor que tiene este festival tanto para los autores invitados como para el público asistente; porque cada vez que he participado he tenido una grata sensación de reencuentro con un grupo de lectores apasionados, con los que compartimos mesas, de charlar y de comer, que es algo muy familiar; y, por un factor muy importante: la labor envolvente de su director, Sergio Vera, posible también gracias al formidable apoyo de sus padres. Familia, en definitiva."

ALEXIS RAVELO

Además de desarrollarse en una ciudad bella y llena de historia, se distingue por quiénes lo organizan y forman el núcleo duro de los asistentes, un club numeroso que desarrolla sus actividades durante todo el año y que está capitaneado por Sergio Vera. A Las Casas Ahorcadas los autores no van a presentar sus libros a gente que no los conoce, sino a gente que los ha leído y destripado y que opina con una sinceridad brutal acerca de ellos, elogiando lo elogiable pero también poniendo sobre la mesa sus posibles defectos. Por eso este festival me parece especialmente interesante, ya que tiene mucho de taller en el que descubrimos lo que funciona en los textos y lo que no, y en el que se habla sin tapujos y con poco remilgo diplomático sobre literatura pura y dura, más allá del prestigio o no que acompañe a los autores. Y todo esto en un ambiente en el que suele haber mucho humor, sobremesas que se prolongan hasta las tantas y una hospitalidad abrumadora, tras jornadas de trabajo que se desarrollan siempre con intensidad y que incluyen contenidos sorprendentes. Un ejemplo: si vas a Las Casas Ahorcadas, no habrás de extrañarte si, entre mesa de debate y mesa de debate, de pronto Jon Arretxe da un recital lírico en el que pone a todo el auditorio a cantar un estribillo de ópera bufa italiana.

DOMINGO VILLAR

A Las Casas Ahorcadas los autores no van a presentar sus libros a gente que no los conoce, sino a gente que los ha leído y destripado y que opina con una sinceridad brutal acerca de ellos Alexis Ravelo

Las Casas Ahorcadas es la fiesta grande de un grupo de lectores que celebra su año literario y, como una familia, acoge a algunos de los autores con los que han compartido el curso. Sergio Vera es el alma del festival y del club de lectura que lo promueve. Sergio no sólo es un agitador cultural comprometido capaz, también es un lector prodigioso que, armado sólo con su bastón y su oído, lee las novelas por dentro, encontrando la savia de cada libro en su cadencia y su ritmo.

VÍCTOR DEL ÁRBOL

Blanco sobre negro, negro sobre blanco, vístalo como quiera; hay mucha verdad en el afán de las Casas Ahorcadas. Verdad de la que huele a libro, de la que hace apretar los dientes cuando se remontan ciertos temas en sus mesas, verdad en quien lee y piensa, verdad en las calles de Cuenca.

CARLOS BASSAS

De todos los festivales y semanas negras del Estado, Las Casas Ahorcadas de Cuenca es la más especial para mí. Y tiene que ver con tres cosas: la primera, con su director, Sergio Vera Valencia. Con su cabeza pensante. Maravillosamente enferma de letras. La segunda está relacionada, y es la calidad de su propuesta, de sus conferencias, de sus charlas y mesas. La tercera tiene que ver con su público, formado en gran parte por su club de lectura. Es decir, por lectores. Lectores de verdad que, a lo largo del año, invierten horas en un acto tan revolucionario, tan reivindicativo como leer. Pero eso no es lo más sorprendente, sino, sobre todo, el hecho de que se han convertido en auténticos expertos. Basta con acudir a para darte cuenta. Y en los tiempos que corren, que un lector te ponga en aprietos es una bendición. Que lea con ganas, un bendito milagro.

CLAUDIO CERDÁN

La primera vez que fui a Cuenca hacía un frío terrible. Yo llegaba de Murcia en manga corta y Sergio se horrorizó. "¿Que no traes chaqueta?", me dijo. "No te preocupes que yo te dejo una". Este espíritu de cercanía es el que se respira en Las Casas Ahorcadas, desde Sergio y su familia hasta el aguerrido club de lectura del que toma nombre. Son como la aldea de Asterix, irreductibles y capaces de todo. Por eso los amo tanto.

J.E. ALAMO

Son como la aldea de Asterix, irreductibles y capaces de todo Claudio Cerdán

Las Casas Ahorcadas son mi hogar. El lugar donde soy bien recibido como escritor, lector, amigo y hasta hermano. Escribo para volver con ellos. Y punto.

JON ARRETXE

Probablemente, el festival de Las Casas Ahorcadas de Cuenca es lo mejor que se hace en España en relación con la novela negra. Las claves principales, aparte del gran casting con el que, inexplicablemente observando su presupuesto, cuenta año tras año, son dos: en primer lugar el incansable comisario Sergio Vera, un tipo cabezota e insobornable, que no se casa con nadie y que posee un gran talento para hacer amigos y enemigos por igual. Pero no sería nada sin sus secretarios de lujo, en este caso sus padres, Ana y Jose Ángel, que se comen un montón de marrones todos los años. Y la otra clave, tal vez la principal, la que marca diferencias con respecto el resto de festivales de novela negra, es el flipante grupo de lectura, formado por más de cincuenta personas.

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