Inspección de la realidad
Agustín Fernández Mallo nos emplaza a revisar la existencia en 'Trilogía de la guerra', una obra cuyos narradores especulan sobre el presente diseminado
Podría decirse sumariamente que la literatura de Fernández Mallo se articula según la provechosa idea de red, estableciendo conexiones, algunas cáusticas o tal vez humorísticas, que la desatada escritura va consintiendo por “esa tontería que son las analogías”. En Limbo (2014) había tres historias, sin aparente ligazón, y en Trilogía de la guerra hay tres libros (así llamados), cuyos narradores especulan sobre el presente diseminado, bajo la imposición de la guerra como generadora de muertos, en un sinuoso embate contra la realidad, con el cuerpo evaluado como “la suma de todas las personas que ya no están”. Un modo de decir que somos epílogo, sin ninguna garantía de conocimiento de lo que nos precede. De ahí la necesidad de disponer un periplo de engarce con la historia como registro del mal adjunto a la cronología, opuesto a la percepción accidental de una realidad “eminentemente desordenada”.
Este conflicto lo aborda Fernández Mallo con tres sujetos muy afanosos en la indagación de los residuos históricos: un escritor que habita clandestinamente en la isla de San Simón, en la ría de Vigo, que fue refugio de piratas, lazareto y campo de concentración en la Guerra Civil; el cuarto astronauta de la misión lunar, que no salió en las fotos porque las hacía él, y una mujer solitaria en un recorrido por las costas del desembarco de Normandía que recompone y evoca el mismo viaje realizado en compañía años atrás. Pero se trata de voces narrativas, flujos de conciencia, más que personajes, que en alguna ocasión pierden la conciencia durante un año, creando así una dudosa fiabilidad como promotores de sí mismos, aunque no de la inspección a que someten tanto sus vivencias como los imaginativos brotes que van ensartando con los sucesos e historias de las gentes con las que se topan.
Trilogía de la guerra resulta tan acaparadora que es imposible no admitir cierto barullo entre la ocurrencia y la brillantez
Trilogía de la guerra resulta tan acaparadora que es imposible no admitir cierto barullo entre la ocurrencia (el encuentro espectral en Central Park entre Dalí y Lorca, los astronautas como tres cerditos) y la brillantez (ese sonido nunca oído, reconocido como “el amor en estado puro”). La solidez poética, bien trabada con un fondo científico, solicita una lectura turbadora del fundamento de la realidad, constantemente escrutada, que aquí no adquiere fijación porque los narradores se desplazan al albur de los estímulos que los llevan a otras geografías y ciudades, revestidos de la falsificación de ser siempre los mismos, lo que produce una oscilación del punto de vista, acaso una reprobación del improductivo ensimismamiento del individuo, que no es nadie sin la pertenencia a la sociedad que lo ampara y destruye. Y sin embargo hay en estas sugestivas páginas una invitación de conciliación con los muertos que, aunque más declarada que expuesta, apunta a un estrato en el que la novela es un organismo de portentosa asimilación que no deja fuera de campo nada que nos atañe.
Con esa libertad y alguna prolijidad de talento especulativo (el libro del astronauta se diría un débito a la novela norteamericana), Fernández Mallo nos emplaza a revisar la estructura de la realidad, restituyéndola con otras metáforas, con un nuevo carácter germinativo, cuyo potencial resida en la combinación de ciencia y poesía, de rigor y anomalía, una alianza de incertidumbre capaz de crear el aliento que produce la apelación a los significados. Una apelación que incumbe también a la novela como género de resonante y equívoca recepción.
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Autor: Agustín Fernández Mallo.
Editorial: Seix Barral (2018).
Formato: versión kindle y tapa blanda (496 páginas)
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