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Columna
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Australia

Dos series australianas permiten apreciar las virtudes y defectos de las ficciones televisivas

Ángel S. Harguindey

Dos series australianas permiten apreciar las virtudes y defectos de las ficciones televisivas. El gran acierto de Glitch es su guion, la historia que idearon Tony Ayres y Louise Fox. Una breve sinopsis podría ser la de los desvelos de un policía de Yoorana por tratar de desentrañar el misterioso caso de seis lugareños muertos hace tiempo que han resucitado. Sin embargo, nada tiene que ver con una serie de zombis.

Los muertos vivientes de Glitch tienen el mismo aspecto y carácter que el día de su muerte. No son agresivos ni infectan a quienes les rodean. Dicho de otra manera, nada tienen que ver con el filme de George A. Romero ni con la triunfal The Walking Dead. Es una inteligente historia en la que la paulatina recuperación de la memoria de los resucitados permitirá a los guionistas entrelazar biografías y sucesos muy distintos y que los flash back ofrezcan un excelente muestrario de sentimientos que conforman un atractivo fresco de la Australia profunda y su historia. El éxito popular de los seis capítulos de la primera temporada animó a la cadena ABC a producir una segunda, que comenzó a emitirse este año, al mismo tiempo que Netflix las ofrece a sus más de 100 millones de suscriptores.

Wanted es otra notable serie australiana que, sin embargo, demuestra que en ocasiones la síntesis es muy recomendable. Las aventuras y desventuras de Lola Buckley y Chelsea Babbage,dos damas de muy distintos hábitos y personalidades unidas por ser testigos de un asesinato mientras esperaban un autobús, lo que a su vez desencadena toda una serie de circunstancias que inevitablemente justifican una accidentada huida por Australia, Tailandia y Nueva Zelanda, se alargan en exceso. Los 12 capítulos de estas Thelma y Louise australianas, con un final menos radical, reducen el buen sabor de una buena serie.

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