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ensayo

La fábrica del siglo XXI hacia la revolución

Un volumen reúne la enjundiosa correspondencia entre el poeta mexicano Octavio Paz y el editor Arnaldo Orfila

Jordi Gracia
El escritor Octavio Paz, en Madrid en los años sesenta.
El escritor Octavio Paz, en Madrid en los años sesenta.efe

Hacia finales de los sesenta, los libros de Losada y de Sudamericana, de FCE, de Era o de Siglo XXI estuvieron en las manos de jóvenes españoles a medida que renacía también la edición cultural y universitaria pese al franquismo. Quien había sido alto directivo de FCE, el novelista exiliado Manuel Andújar, pasó a serlo de Alianza Editorial desde 1967, mientras que algunas de las lecturas fundamentales de los jóvenes de esos años empezaron a pasar sistemáticamente por nombres de América Latina leídos aquí en ediciones de allí (de Rulfo a Octavio Paz). Gimferrer o Molina Foix contaron muy temprano su monodependencia de esas y otras importaciones, como Savater evocó su entrega juvenil a ensayistas tan nuevos y valientes como Paz.

Aunque estas Cartas cruzadas entre Arnaldo Orfila y Octavio Paz ignoren sorprendentemente la edición del epistolario entre Paz y Gimferrer (Memorias y palabras, 1999), lo que ofrecen es una apasionante crónica de los avatares de la izquierda intelectual entre 1965 y 1970, anotada ahora por Adolfo Castañón con la ayuda de Milenka Flores y Alma Delia Hernández. A Octavio Paz le subyuga enseguida la propuesta de Orfila de preparar la antología Poesía en movimiento (para la que contará con Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis), pero Orfila concibe sus planes a lo grande y su plan es la lucha pura y dura contra el imperio (yanqui, por supuesto). Lo había hecho mientras publicaba en FCE Escucha, yanqui, o Los hijos de Sánchez o el Fanon de Los condenados de la tierra (que tan inteligentemente ha sabido usar José Andrés Rojo en Camino a Trinidad). Para contrapesar la “colonización mental”, dirigió Orfila el FCE hasta su defenestración política en noviembre de 1965. Pero para mantener la misma pelea fundará 10 días después de su expulsión el embrión de Siglo XXI, con Jesús Silva Herzog, Margo Glantz, Rosario Castellanos, Fuentes, el propio Paz y Elena Poniatowska, que además cede un piso de su madre para instalar la editorial. Cuatro años más tarde, hacia 1969, Octavio Paz cree que contra el Gobierno de Díaz Ordaz en México “lo urgente es restablecer el derecho a la crítica, fomentar la falta de respeto y, en suma, abrir las ventanas para que circule un poco de aire fresco”, gracias a la edición de una “literatura de combate de todos los tiempos y de todas las tendencias” que evite “el eterno maniqueísmo”.

La traducción editorial de esos buenos propósitos está en los primeros ensayos de Nelson Mandela en español, los diarios del Che Guevara, pero también la invención de un deslumbrante libro de caprichos inteligentes que a Cortázar se le ha ocurrido pasando la mirada por su propia biblioteca, La vuelta al día en 80 mundos, mientras entre todos buscan los modos de promover una revista de lucha y altura que un día u otro, cuando vuelva Octavio Paz a México, será Vuelta. Tampoco es casualidad que sea Alianza quien se encargue de la distribución en España de Poesía en movimiento porque ahí trabajan ya dos antiguos aliados de Orfila en su etapa de FCE, Javier Pradera y Manuel Andújar. La revolución seguía en marcha, lo cual no obsta para que sepamos ya también el bochornoso despiste de Jorge Luis Borges y Bioy Casares mientras se adhieren por telegrama desde Buenos Aires al Gobierno de Díaz Ordaz, como cuenta de primera mano Bioy mientras Borges come en casa.

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Autor: Arnaldo Orfila y Octavio Paz. 


Editorial: Siglo XXI de España Editores (2005).


Formato: versión Kindle y tapa blanda (274 páginas).


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Sobre la firma

Jordi Gracia
Es adjunto a la directora de EL PAÍS y codirector de 'TintaLibre'. Antes fue subdirector de Opinión. Llegó a la Redacción desde la vida apacible de la universidad, donde es catedrático de literatura. Pese a haber escrito sobre Javier Pradera, nada podía hacerle imaginar que la realidad real era así: ingobernable y adictiva.

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