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FOTOGRAFÍA

Malick Sidibé: cronista de la libertad

Un año después de su muerte, la Fundación Cartier dedica una retrospectiva al artista. Una de las voces más destacadas de la fotografía africana.

Nuit de Noël, 1963
Nuit de Noël, 1963Malick Sidibé

Le llamaban el ojo de Bamako. Se definía a sí mismo como “un fotógrafo de retratos, naturalista y no filosófico”. Le gustaba vivir la noche. Le gustaba vivir la vida, compartiendo el espíritu eufórico de emancipación e identidad del que hacían gala los jóvenes urbanos del Mali poscolonial de los sesenta. Así, Malick Sibidé (Soloba 1935-2016, Bamako, Mali), con sus cándidas imágenes en blanco y negro, se convirtió en cronista de una promesa de libertad, de un momento de inocencia y de vehemencia en el que todos querían ser fotografiados bailando.

“Las chicas en minifalda, los chavales con pantalones de pata de elefante, la llegada de la música cubana, la amistad con China, los países “fraternales”, todo esta ahí, Malick no fotografía la nostalgia, sino la historia”, escribió el fotógrafo Françoise Hugier. La Fundación Cartier de París, mostrará, a partir del 20 de octubre, esta visión de la historia de África a través de una retrospectiva, Mali Twist, donde se rinde tributo al artista un año después de su muerte, el 4 de abril de 2016. “Malick comunicaba su alegría, daba su vida. Amaba a los jóvenes y los jóvenes le amaban a él. Toda su obra brota de ahí, de ese amor”, apunta André Magnin, uno de los comisarios de la muestra.

Regardez-moi !, 1962
Regardez-moi !, 1962Malick Sidibe

Abrió un estudio fotográfico en Bamako en 1958, después de haber trabajado como ayudante para el fotógrafo Gerard Guillet. El haber perdido la visión de un ojo, en un accidente cuando era niño, nunca fue una limitación para él. Su estudio tampoco era como el de cualquier otro fotógrafo; escaso de mobiliario, permitía a la gente llevar cualquier cosa para ser retratada: la moto, la bicicleta o una oveja. El talento del artista comenzó a despuntar en la infancia, cuando el jefe de su pueblo le eligió para disfrutar de una beca promovida por un colegio de blancos. Su habilidad para el dibujo le permitió estudiar arte en Bamako. Poco se podía imaginar este hijo de un pastor cuando a los ocho años andaba descalzo cuidando bueyes que llegaría a alcanzar la fama internacional: en 2003 fue galardonado con el prestigioso premio Hasselblad, cuatro años más tarde se convirtió en el primer africano en ganar el León de Oro de la Bienal de Venecia, en 2008, el Centro Internacional de Fotografia ( ICP ) le concedió el Infinity Awards a toda su trayectoria artística, y un año más tarde recibió el premio PHotoEspaña.

Por las noches solía coger su bicicleta y equipado con su cámara acudía a los clubs nocturnos. Allí rápidamente se identificaba con el ambiente, manteniendo siempre una distancia que le permitía estar alerta a ese momento en el que una mirada o un gesto fugaz e irrepetible le hacía disparar el obturador. “Sidibé disfrutaba de la compañía de los demás. Empatizaba con los extraños que encontraba aquí y allá, y quedaba fascinado por sus rostros, su riqueza y su diversidad. Por la 'sabiduría de la naturaleza' que hace a cada persona distinta”, escribe la comisaria Brigitte Ollier en el catálogo que acompaña a la muestra. De vuelta al silencio de su estudio, revelaba las copias para que al día siguiente sus clientes eligieran la mejor. Fue en uno de esos clubs de moda, donde el pop, el soul y el rock'n'roll hacían estragos, donde tomó “Nuit de Noel”, elegida por la revista Time entre las 100 fotografías más influyentes de todos los tiempos. “La música nos hacía libres. De repente un chico joven podía acercarse a una chica y cogerla con sus manos. Antes no estaba permitido. Todos querían ser fotografiados bailando cerca uno del otro”, recordaba el fotógrafo.

Un jeune gentleman, 1978
Un jeune gentleman, 1978Malick Sidibé

Tanto en los clubs nocturnos como en las fiestas, las bodas, los bautizos y las demás celebraciones al aire libre en las que era solicitada su presencia, o en la intimidad de su estudio, Sidibé tenía el don para que sus modelos se sintieran cómodos. Manejaba a la perfección el equilibrio entre la discreción y la indiscreción, esa consonancia tan necesaria para los fotógrafos. “La sociabilidad y la amabilidad” debían ser las dos características principales de un retratista. “Hay siempre algo de mí en las imágenes. Es como un juego, en el que ni yo ni el cliente tenemos el control. Es el genio, el espíritu quien toma la fotografía”, señalaba el autor. “Una fotografía no es algo para uno mismo, es para los demás”, destacaba, sintiéndose en la necesidad de que sus modelos resultasen favorecidos. “No me gusta la tristeza en la fotografía”.

A partir de los años setenta comenzaría a practicar el retrato dentro de su estudio en el barrio de Bagadadji. Este se convirtió en una meca tanto para los jóvenes como para las familias. La austeridad del lugar quedaba compensada por el colorido de las telas que utilizaba como fondo, en el que los modelos se funden perdidos en el silencio de sus ensoñaciones, de ahí el carácter atemporal de sus imágenes. Por su estudio pasó toda una generación de jóvenes africanos, abiertos al mundo con sus desinhibidos atuendos y su descarado dinamismo. “Desveló momentos de verdad, de solemnidad y de fantasía, y construyó un mosaico de pequeños relatos que se entrelazan para formar una sola y única historia”. destaca el fotógrafo senegalés Omar Victor Diop. Una historia de África que nos aleja del estereotipo y del afropesimismo al que estamos acostumbrados.

Les faux agents du FBI, 1974
Les faux agents du FBI, 1974Malick Sidibé

“El hombre intentó imitar a Dios a través del dibujo, pero más tarde inventó la fotografía, escribía el artista. ”La fotografía es la mejor forma de perpetuar nuestra imagen. Creo en el poder de las imágenes. Por eso invertí mi alma en ellas, todo mi corazón, con el fin de de embellecer al sujeto. Creo que la fotografía es la mejor forma de permanecer vivo después de la muerte".

 Malick Sidibé. Mali Twist. Fundación Cartier, París. Desde el 20 de Octubre hasta el 28 de febrero

 

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