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MEMORIAS ESTIVALES / 5
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Heidi, cómo has cambiado

Solemos pasar varias décadas desconectados de las tendencias del público infantil

La nueva serie de 'Heidi'.
La nueva serie de 'Heidi'.
Lucía González

Pensamos que esta es la época de nuestra vida en la que más enganchados estamos a las series porque olvidamos la infancia. Me acongoja Juego de tronos y recuerdo levantarme del sofá a aplaudir viendo Breaking Bad, pero no desmerece la intensidad con la que viví partidos interminables de Oliver y Benji o el final de David el Gnomo, que coloco a la altura del de A dos metros bajo tierra. Así que me ha hecho gracia volver a engancharme este verano a Heidi. No la Heidi de siempre, sino el remake para niños del siglo XXI.

Empiezo por lo peor: hay un sacrilegio gordo, de los que te apuñalan la nostalgia. Estaba yo toda emocionada cuando Heidi me saltó como sugerencia en una de las plataformas audiovisuales que pago para ver las series de las que hablar al tomar cañas, y le digo al guaje, ojo, cuidado, que se avecina un temazo. Verás qué canción de una niña que se columpia en las nubes y canta Abuelito dime tú... ¡¡La sintonía ahora es otra!! Dado que sigue los pasos de la original, con diálogos clavados, ¿tiene algo de políticamente incorrecto una niña volando sobre las nubes? ¿Tiene sentido cambiar una cabecera tan efectiva como para que todavía nos la sepamos al dedillo? Mazazo innecesario a un himno generacional. La canción de cierre, la de las cabritas pasando, también fuera.

Estos chascos no me impidieron seguir, qué va. Pocas cosas nos pican tanto como que nos toquen los recuerdos. Procedí gustosa a indagar qué más podía ofenderme mientras farfullaba por lo bajo. La nueva Heidi tiene rollo 3D, pierde la estética de colores planos del anime al que nos acostumbramos entonces, pero me veo en la obligación de conceder que los paisajes ganan. Montañazas. Y entre eso y celebrar la aparición de toda la tribu (¡Peeeeedro!, ¡Pichi!, ¡Clarita!), me enganché.

Caí en la tentación de aclarar preguntas que me hacía sobre los misterios de Heidi. Si fuera una serie de moda te diría que sigas leyendo bajo tu responsabilidad. Van spoilers.

¿Cómo era posible que Clarita dejase de andar y el aire de las montañas hiciera el milagro? Entiendo que un trauma por la tristeza ante la muerte de su madre. ¿Por qué el abuelo estaba siempre de mala leche? Dramón familiar y accidente laboral mortal del padre de Heidi en las montañas. ¿Cómo acababa la serie? Aquí me porté peor. Cuando Heidi andaba con la señorita Rottenmeier por Frankfurt, no puede aguantarme y me hice un spoiler. Con nocturnidad. Esperé a que el público objetivo de Heidi en casa se acostase y salté al último capítulo. El final no da para muchas teorías. Foto de familia y amigos —¡Pichi incluido!— en la inauguración del puente que el abuelo había dejado a medio construir tras el mencionado accidente. Buenos deseos, un volveremos a vernos. Todo bien. Heidi sigue sin pisar mucho el cole, pero eran otros tiempos. Sin más.

Solemos pasar varias décadas desconectados de las tendencias del público infantil. Los nuevos padres —los que sí les damos tele— maldecimos al descubrir versiones que, creemos, mancillan nuestros clásicos. En la aldea de Dorfli poco ha cambiado desde su estreno, hace 42 años. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, ni los actuales códigos visuales se corresponden con los de la chavalería de los 70, 80 y 90. La abeja Maya, a cargo del mismo equipo que esta Heidi, tampoco tiene ya su "En un país multicolor…"

Para estas vacaciones, me apunto como lectura veraniega el libro original, de Johanna Spyri. A ver si me gusta más que la serie, la de antes y la de ahora.

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Sobre la firma

Lucía González
Jefa de Desarrollo de Audiencias de El PAÍS, ha sido coordinadora en 'Verne' y en la sección de local de Madrid. Antes trabajó en 'El Huffpost' y elmundo.es y se formó en las agencias EFE y Fax Press. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Analítica Digital por la escuela Kschool.

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