_
_
_
_
arte

Sonia y el futuro absoluto

La primera exposición monográfica de Sonia Delaunay en España propone potenciar su mirada multidisciplinar

'Viajes lejanos', de 1937, de Sonia Delaunay.
'Viajes lejanos', de 1937, de Sonia Delaunay.

La imagen que nos presentan, aún hoy, los artistas de las viejas vanguardias retiene un timbre épico, insuflado desde luego por la idea utópica que era el motor de sus producciones. De ahí que, mientras sólo podemos hablar históricamente —realmente— de la estética medieval o barroca, aún es dado hacerlo de la vanguardista al modo proyectivo que le dio su único sentido, en el que la realización, permanentemente diferida a un futuro absoluto, es lo que, paradójicamente, preserva la íntegra, incontaminada pureza de la idea.

Los trabajos de Sonia Delaunay (Ucrania, 1885-París, 1979) resultan un dechado de aquellas absolutas reformaciones de la realidad. Sin embargo, es curioso, su imagen para mí más elocuente no habla de esa épica gnóstica, sino de lo contrario: del modo en que —forzada por las necesidades económicas, después de que la Revolución la despojara de sus rentas rusas— se hubo de mezclar, como decía santa Teresa, estrechamente con esa onerosa realidad de la vida. En esa imagen ya no es joven; ha enviudado de Robert Delaunay, el inventor del simultaneísmo (uno de aquellos maximalismos cientifistas que hacen sonreír hoy al especialista Michel Pastoureau en su estupendo Los colores de nuestros recuerdos; Periférica, 2017). Ahora, tras la Segunda Guerra, sobrevive en París con el diseño de telas, pese a que su benefactor, el dueño de la holandesa Metz & Co., también ha muerto en un campo de concentración. Mientras trabaja, escucha por la radio las noticias deportivas, que son—escribe en un diario— su programa favorito.

La imagen más elocuente de Sonia Delaunay habla del modo en que se hubo de mezclar estrechamente con esa realidad de la vida

Para entonces han pasado muchas cosas. Una educación refinada en Francia y Alemania; el sueño, con Robert, en el que los juguetes, los vestidos, las lámparas… compondrían un teatro total de colores puros que, como una pintura expandida, que se diría hoy, en todas las direcciones de la vida, instaurarían la novedad futura, pero también evocarían los tejidos populares de la patria campesina. Así pues, juntas, Arcadia y Utopía.

El año 1914 sorprendió a los Delaunay en España y pronto (con ayuda del marqués de Valdeiglesias, director de La Esfera, al que les condujo Diaghilev) Sonia diseñaría los nuevos apartamentos del “todo Madrid” a través de Casa Sonia. La excelente exposición Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda, comisariada para el Museo Thyssen por Marta Ruiz del Árbol, nos dice muy evocadoramente de esa época española y portuguesa (1914-1921), enmarcada por obras anteriores, entre ellas un ejemplar de la Prosa del Transiberiano, que Sonia estarció junto a los versos viajeros de Blaise Cendrars y que visualiza aquel tiempo acelerado en simultaneidad con la moderna contracción del espacio. Y posteriores: el abanico-poema para Ramón Gómez de la Serna, el abrigo diseñado para Gloria Swanson, los vestidos que conservó la mujer de Willy Baumeister (protagonista, 30 años después, de la española Escuela de Altamira) y cartas de color, muestrarios de Metz, corbatas…

Y hay que fijarse en las fotografías. Porque muestran la escasa consideración que a los absolutos les merece la vida real: el cuerpo femenino bajo los dibujos de las telas, como los volúmenes de los objetos, resultan en realidad obstáculos, pejigueras que la vida impone al despliegue de las líneas y los colores que quisieran ser continuos, no toparse nunca con las inconveniencias de lo real. Por eso, cuando imagino a esta mujer, que pronto tendría el aspecto de una abuela rusa al regreso del mercado, oyendo la radio, en la posguerra de París, mientras trabaja, la veo cobrar vida, esa vida que en pocos sitios alienta más diariamente que en un taller de costura.

‘Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda’. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Hasta el 8 de octubre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_