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Laboratorios de ideas y polémicas

Los siete grandes Ayuntamientos herederos del 15-M y las mareas han agitado la gestión cultural abriéndola a la participación en un bienio cargado de controversias

Vídeo: Cinco polémicas culturales de "las ciudades del cambio".Vídeo: EPV
Patricia Gosálvez

Han sido dos años de titulares. De las túnicas de los Reyes Magos madrileños que algunos no perdonarán jamás a Carmena, a la escultura de Franco decapitado en el Born de Barcelona. Los llamados “Ayuntamientos del cambio” llegan al ecuador de sus mandatos arrastrando una ruidosa ristra de polémicas culturales.

En las siete grandes alcaldías herederas del 15-M y las mareas ciudadanas —Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, A Coruña, Cádiz y Santiago de Compostela— el área de Cultura se ha convertido en un laboratorio de políticas experimentales y también, en un campo de minas simbólico.

Todas estas ciudades comparten un ideario donde la participación –ciudadana y de colectivos alternativos– es la reina frente a una visión dirigista de la Cultura desde el poder. Buscan la descentralización. Miran hacia los barrios, huyen de la fanfarria de los grandes eventos, fomentan el talento local y el arte más alternativo buscando "nuevos públicos". Otro objetivo común es que los ciudadanos "no sean simples consumidores de cultura sino sujetos activos”, según el concejal coruñés, José Manuel Sande. El riesgo de tanta participación, según algunos profesionales de la cultura, es que se baje el listón: "Me parece bien que se apueste por la cultura de base, pero hay que educar a la gente, no todo vale. Colaboración sí, pero con calidad y criterio", opina el pintor gaditano Cecilio Chaves.

Aunque, con diferencias, las siete ciudades se han enfrentado a las consecuencias de la crisis, y la mayoría han conseguido aun así incrementar sus presupuestos para el área de Cultura —23,4% en Madrid, 19% en Zaragoza, 14% en Santiago— conscientes de las ganas de sus votantes de ver los resultados del revulsivo prometido. En campaña, todas criticaron con dureza el anquilosamiento cultural en unas pocas manos y el dedazo, más aún en aquellas donde los alcaldes salientes el 24 de mayo de 2015 llevaban muchas legislaturas a las espaldas (Rita Barberá, 24 años en Valencia, Teófila Martínez, 20 años en Cádiz, Juan Alberto Belloch, 12 años en Zaragoza…). La mayoría han abierto por ello concursos públicos y con jurados externos para asignar equipamientos y renovar cargos; en Santiago, el gerente del Auditorio, puesto de libre disposición desde hace 30 años, se eligió así por primera vez. 

A dos años vista, las evaluaciones más amables, —e incluso las críticas—, respetan “las buenas intenciones”, aunque cuestionan la ejecución de las mismas. Para muchos profesionales del sector, se ha notado el cambio, pero no tanto como se prometía. Lo achacan a la inexperiencia, el exceso de teoría y un desastroso manejo mediático. “Se ha hecho mucha reflexión pero poca acción, y además no hemos sabido comunicar nuestras intenciones ni de lejos”, admite desde el Ayuntamiento madrileño Luis Cueto.

Las alcaldías piden paciencia y argumentan que las nuevas fórmulas de gestión son complejas de implementar, ya que se enfrentan a una burocracia que no las contempla. Estarían “tramitando unicornios”, según el sonoro oxímoron que enfrenta sueño y realidad, con que el Ayuntamiento de Zaragoza tituló unas jornadas sobre nuevas fórmulas de gestión cultural. "Necesitamos tiempo", dice la concejal de Cultura de Cádiz, Eva Tubio. "No hemos venido para hacer fuegos de artificio, sino para hacer un trabajo de raíz". 

Entre las críticas también las acusaciones son comunes a las siete ciudades. La oposición siente que se toman decisiones a sus espaldas, con el factor añadido de que los nuevos gobernantes traían el consenso como tarjeta de presentación."No ha habido ni transparencia ni diálogo", se queja la portavoz de Ciudadanos en Madrid, Sofía Miranda. La del PSOE en Zaragoza, Lola Ranera: "Trabajan solo para los suyos".

"Única y exclusivamente se han dedicado a conmemorar la Guerra Civil y la República", dice el portavoz del PP en Valencia, Eusebio Monzó, apuntando a las decisiones en torno a la Memoria Histórica que también han levantado ampollas en Barcelona o Madrid. Desde la oposición de las siete ciudades se acusa a los nuevos Ayuntamientos de ningunear las expresiones culturales que no son de su agrado, de boicotear actos tradicionales —como las misas o las corridas de toros con presencia institucional— y, en general, de ideologizar la Cultura.

Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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