_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘Silicon Valley’ mejora nuestro mundo

La cuarta temporada mantiene los diálogos brillantes, los personajes bien construidos y el humor fino

Tráiler de la cuarta temporada de 'Silicon Valley'.
Álvaro P. Ruiz de Elvira

Silicon Valley, el lugar, no la serie, suena siempre a oídos de los que no sabemos bien cómo es aquello como un lugar paradisíaco donde grandes empresas tecnológicas hacen magia, y mucho negocio, para que nuestra vida sea más cómoda, más feliz y más vigilada. Allí tienen su sede empresas como Apple, Facebook, Netflix o Twitter, por citar algunas de las más conocidas. Pero es también un lugar para el fracaso, el oportunismo y los caraduras. Y así se muestra, tanto lo bueno como lo malo, en la estupenda y recién estrenada cuarta temporada de la serie de HBO (en España se ve en esta plataforma y en Movistar Series) llamada como el sitio.

El creador de la serie, Mike Judge (creador de hitos televisivos como Beavis y Butt-Head o El rey de la colina) defiende siempre a su criatura como "un buen reflejo de lo que se cuece allí". Y eso da bastante miedo al ver a esta pandilla de programadores y empresarios manejar las cantidades de dinero que manejan y las ideas que tienen para hacer un futuro mejor. En el caso de algunos, un futuro mejor en su bolsillo. Judge y sus guionistas manejan con habilidad el guion de esta comedia que en su cuarta entrega muestra a los protagonistas ante nuevos retos. Y siempre tiene historias que contar, no son solo una sucesión de chistes y situaciones cómicas.

Richard Hendricks (Tomas Middleditch, tan magnífico como en las tres entregas anteriores) decide irse de su propia empresa para pensar en nuevos y ambiciosos proyectos. El panorama que deja detrás, pero que no abandona nunca en verdad, con sus excompañeros es hilarante. Ojo a ese segundo episodio con Dinesh de jefazo y las complicaciones por el consentimiento parental en Internet. Y al pobre Jared, que no quiere dejar de lado a su antiguo jefe, pero con el que para no hablar de trabajo se fuerza a sí mismo a una conversación trivial e insulsa sobre la portada de los bañadores del Sports Ilustrated. La cuarta temporada mantiene los diálogos brillantes, los personajes bien construidos y el humor fino (hasta que necesita no serlo).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_