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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cartulina, tijeras y píxeles

'Snipperclips' transforma las manualidades infantiles en un inteligente juego de puzles en el que hablar es la mecánica esencial

Imagen del videojuego 'Snipper clips' de Nintendo Switch.
Imagen del videojuego 'Snipper clips' de Nintendo Switch.

Fui, soy y seré un desastre con las manualidades. Sé que existe gente que sonríe embelesada ante la visión del papel maché, las tijeras de punta cuadrada, el pegamento de barra, las chinchetas y las cartulinas. Para mí, son enemigos mortales. Antesala de un futuro de dedos pegajosos, algún que otro corte y, sobre todo, la frustración de observar ese supuesto pajarito de cartón convertido en un monstruo informe, un Frankenstein abominable.

Recuerdo con espanto una manualidad en concreto que me obligaron a crear allá por segundo de la ESO. Se trataba de hacer una estructura de cartón y papel que resistiera una pesa de dos kilos. Tuvimos un par de días. Cuando tocó exponerlo, sufrí el desfile previo de las estructuras de mis compañeros de clase, elegantes armazones de tubos de papel con dos bases de cartón pintado de colores. La mayoría recurría a una disposición sencilla, cuatro pilares de papel rectos y dos cruzados en equis a media altura por cada pareja de pilares. Alumno tras alumno, las estructuras iban resistiendo la pesa de dos kilos. Le llegó el turno al mío. Y mostré, muerto de vergüenza, mi engendro.

Mi estructura debía tener por lo menos 80 barritas de papel. Cuatro pilares principales, como los de los demás. Pero el resto era un entramado enloquecido de pilares secundarios cruzados, a medio despegar, sin ninguna lógica subyacente. En mi desesperación del día anterior, cuando la estructura cedió al ponerle encima el segundo cartón de leche, me había pasado la noche pegando como un loco pilares secundarios, hasta que más o menos resistió el peso. Pero al ponerle el profesor la fatídica pesa el día de la verdad, mi monstruo se partió en dos. Creo que no lloré, al menos no allí. Por dentro viví una tormenta. ¿Cómo podían ser mis manos tan inútiles? ¿Cómo, si no tenía ningún problema para visualizar cualquier figura en tres dimensiones desde cualquier ángulo, era incapaz de crear nada con ellas que tuviera el menor sentido?

Han tenido que pasar veinte años para reconciliarme con mis temidas manualidades. Y el culpable es un videojuego de Nintendo Switch, Snipperclips. La idea es simple, que no sencilla. Cada jugador (cuatro como máximo) controla un recorte viviente de cartulina de un color vivo. La forma básica es como la yema de un dedo, redondeada en un extremo y recta en el otro. Tienen también ojos, boca, dos patitas y una prenda (corbata amarilla para el rojizo, pajarita roja para el amarillo). La idea es que cada uno de estos seres, al superponerse con el otro, puede recortarlo y crear así, con el límite de la materia disponible, una nueva forma. Hay también un botón para rehacernos a la forma original, por si nos hemos pasado de entusiasmo con los tijeretazos.

Snipper clips es un juego único que se entiende a la primera. Apenas hay las dudas propias de enfrentarse de nuevas a las reglas que todos los juegos plantean. Todo resulta natural, fluido, orgánico. Jugué con mi mujer los 45 puzles del modo principal. Nos acabamos 42 y, aparte de cortarnos cuando hacía falta y cuando no, lo que hicimos fue hablar. Porque Snipperclips consigue que los jugadores hablen. Sin hablar, es imposible llegar a la solución.

Pongo un ejemplo concreto, el puzle 12 del primer mundo. A la derecha de la pantalla, hay una canasta. A la izquierda, una pelota morada que parece más de bolos que de baloncesto. La pelota aterriza sobre una plataforma sobre el nivel del suelo, rueda y se detiene. Entre los dos cartones humanos hay que conseguir encestar. Y esto implica empujarse, cortarse, reírse, maldecirse y darse instrucciones constantes hasta que se consigue meter la bola en la canasta. 

Imagen del videojuego 'Snipper clips' de Nintendo Switch.
Imagen del videojuego 'Snipper clips' de Nintendo Switch.

Y como con ese puzle, con todos. Snipperclips es una labor constante de hablar con la persona que tienes a tu lado, de debatir la posible solución al puzle que se te presenta, de intentarlo, fracasar y volver a intentarlo. La solución es además abierta, incluso cuando aparentemente es cerrada. Me explico. Hay puzles que exigen formar entre los dos cartones una silueta concreta. Pero cómo se consiga rellenar esa silueta se deja a la imaginación del jugador. Otro diseño de puzles que se repite exige recortar unas determinadas formas sobre un cartón. Nuevamente, las disparatadas maneras en las que los jugadores se recorten para lograrlo dependen exclusivamente de su imaginación.

Snipperclips envuelve este diseño inteligente y abierto de sus soluciones con una estética apacible. En el primer mundo, los motivos son el cuaderno cuadriculado de un colegial. Reglas, dibujillos a rotu, fixo, lápices, transportadores de ángulos, papeles de colores. En el segundo, se homenajea a las máquinas recreativas que reinaron en los 80. Fondos oscuros, siluetas de neón y las scanlines, esas líneas horizontales visibles de los monitores de las recreativas antiguas. En el tercero, pizarra, tizas, microscopios, bombillas... los iconos de la ciencia. Pero en todos ellos se busca transmitir un decorado colorido y familiar que relaja, que invita a enfrentarse a cada puzle con una actitud festiva, sin presiones. Ayuda muchísimo la expresividad audiovisual de los extraños seres cartón a los que manejamos. Sus rostros se adaptan a cada corte, golpe o empujón mostrando emociones propias de un meme. Y los sonidillos que hacen al interactuar son entrañables.

La faceta social, la comunicación, está muchas veces ausente de los juegos de multijugador. Las recreativas del pasado, que estaban casi sin excepción diseñadas para jugar como poco en pareja, solían convertir a los jugadores en autómatas del joystick. Se basaban, normalmente, en los reflejos en situaciones límite, así que aparte de ladrarle unas palabras a los compañeros (o rivales) la atención debía estar enfocada por completo en las mecánicas. Son juegos que me fascinan, pero cuya dimensión comunicativa se da en el antes o en el después, casi nunca en el durante. Snipperclips logra que hablar y jugar vayan de la mano sin que lo uno incordie a lo otro. Me parece un triunfo. Es una buena muestra de lo que puede dar de sí la Nintendo Switch en esa faceta que quiere explotar como leitmotiv: jugar en cualquier parte y con cualquiera. Y me ha hecho perder mi miedo a las tijeras y cartulinas. Cosa que, como padre rreciente, me viene la mar de bien. 

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