Dan Jemmett propone un audaz Shakespeare
El director británico recupera ‘Shake’, versión de ‘Noche de Reyes’
Jemmett comenzó su camino en un grupo experimental de teatro en Londres y posteriormente abandonó Inglaterra para dedicarse a trabajar la obra de Shakespeare. “Había que poner distancia para abarcar mejor mi propia cultura. Las obras que había leído desde niño me dieron seguridad y fueron inspiradoras para desarrollar mi trayectoria. Con el maestro de los maestros de la dramaturgia sentía la importancia de percibir el placer de mi trabajo. A los 12 años interpreté La comedia de los enredos, a los 17 me regalaron una copia de Hamlet y a los 18 Noche de Reyes. Estaba predestinado a sopesar los límites que Shakespeare me ofrecía”.
Hay mucho de Dan Jemmett en Shake, recuerdos de infancia y de adolescencia con la música que suena en el escenario que evoca al tocadiscos para vinilos que tenía siendo joven. Cuando empezó a montar la obra fue a un mercadillo en París y compró un tocadiscos con 40 vinilos al azar. Pensó que entre ellos estaría la música de Shake. El resultado es Jeff Love y su orquesta, Mozart, Bach, Lou Reed y Percy Sledge. Todos ellos suenan a lo largo de las dos horas de representación teatral.
Recuerdos de mi niñez
“A diferencia de las últimas obras de Shakespeare, aquí existe una especie de gracia, una celebración de la vida que nos devuelve a la inocencia de la infancia. El montaje me recordó a mi niñez, a las vacaciones que pasaba con mi padre en la década de 1950”, puntualiza el director. Cuenta que su padre fue actor y que creció en una atmósfera de teatro y entretenimiento al estilo antiguo. “A él le encantaba ver espectáculos de stand-up comedy en la televisión y observar a los titiriteros que montaban sus tenderetes en playas o embarcaderos para dejar embobados a los niños. Era un marxista y un bebedor, que había combatido en la Segunda Guerra Mundial. Puedo decir que era política y culturalmente irreverente”.
En el lugar en el que se desarrolla la historia de Shake, el reino de Illyria, y en los personajes que se mueven en esta loca comedia están lo que el teatro representaba hace más de una década para este director británico. Ahora, Jemmett está en otra fase de creación teatral, escribiendo por primera vez un texto para llevarlo a escena. “Creo que siempre me había dado cierto respeto afrontar ese terreno creativo, pero me veo en un momento en el que hacerlo me divierte y me gusta”.
No desea ni quiere que el teatro que sube a escena sea didáctico lo que le entusiasma es que el espectador se cuestione aspectos sobre la vida, se implique. Con dos padres actores parecía que su camino estaba predestinado en el teatro y en el recorrido de su vida se encontró con la directora Irina Brook, con la que se casó en 1997, hija del prestigioso director Peter Brook.
Babelia
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