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Un talento estridente

Legna Rodríguez es una escritora con talento pero limitada por la coquetería de la estridencia. La escritora cubana publica 'Mi novia preferida fue un bulldog francés'

Alfaguara presenta a Legna Rodríguez Iglesias (Camagüey, Cuba, 1984) de un modo bien estrepitoso. El “tsunami Legna”, dice el prospecto promocional. O sea, una escritora con afán de abarcarlo todo. Ya en 2015 Ediciones La Palma publicó, de la escritora cubana, No sabe/No contesta, un conjunto de relatos que la editorial enaltecía hasta la “depravación literaria” y calificaba de “libro neurótico”. Por lo visto, la singularidad entonces se confundía con la anomalía y ahora con una imagen de destrucción. A la publicidad literaria le sienta bien la patología, sea anímica o geográfica.

Legna Rodríguez Iglesias ha escrito, sobre todo, poesía (media docena de títulos); también es novelista, además de cuentista y autora de la pieza teatral Si esto no es una tragedia, yo soy una bicicleta, título tan enrocado como el libro que nos ocupa. En todo caso, su prosa está fuertemente “pervertida” de jadeo poético, y los cuentos de este volumen se distorsionan en una brutal impureza que difumina los géneros. Son extraños, sin duda, y entre uno y otro hay una página, con una tipografía enorme, donde estalla una frase para que leer sea una convulsión. Y hay que decir que la autora consigue descolocar la conformidad del lector. Comienza con un narrador que habla desde la muerte y concluye con el “testimonio” del bulldog francés, el “instrumento de inspiración” que subrepticiamente se ha mostrado en las frases entre cuento y cuento.

El conjunto conforma una unidad por la fuerza subjetiva del estilo, variaciones de una misma voz, a pesar de la disparidad de tratamientos. Todos en el límite de la imprecación, del desasosiego, escritos en “un estado ideal de desesperación”. Y en verdad todo aquí se enfoca a explorar la crispación que da por resultado una atmósfera de criminalidad (véase ‘Wanda’ o ‘Tatuaje’), con un lenguaje del que emergen estados emocionales siempre turbios, de reproche y aniquilación, derivados de una poética de la asfixia muy complacida con lo deplorable. Legna Rodríguez Iglesias es una escritora de talento, pero limitada, tal vez a su pesar, por la coquetería de la estridencia.

Mi novia preferida fue un bulldog francés. Legna Rodríguez Iglesias. Alfaguara, 2017. 168 páginas. 15,90 euros

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