Un disco orgánico
Eli Keszler firma un trabajo contundente en torno a su batería con recursos que remiten a la música contemporánea, el rock minimalista, el jazz de vanguardia o el dub jamaicano
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DNLQ2KIEYL3YCO5X43TL3Z6AEU.jpg?auth=8983872593032dab6009397e3ee1d7f02febb3c30a80efcfa6bacb78342bd542&width=414)
Aunque el centro de su acción artística sucede alrededor de los instrumentos de percusión, el norteamericano Eli Keszler es también artista visual y multiinstrumentista.“Last Signs of Speed [su primer trabajo como solista desde 2011] es la respuesta al hecho de tocar en clubes de electrónica en los últimos años; un intento de negociar y encontrar el equilibrio”, dice, “entre lo delicado de mi set acústico y el hipermediatizado ecosistema sonoro de los sound systems de estos clubes”. Lo cierto es que Keszler ha firmado un disco orgánico que gira en torno a su batería, pero incluye recursos estéticos que remiten a la música contemporánea, el rock minimalista, el jazz de vanguardia o el dub jamaicano; etéreo y lejano al tiempo que rotundamente contundente.
Eli Keszler. Last Signs of Speed. Empty Editions