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El helicóptero de Calleja, contra la desigualdad en el mundo rural

La segunda temporada de 'Volando voy' se desplaza a pueblos con dificultades

Si Jesús Calleja, que escala ochomiles, quiere llegar más alto, aprende a pilotar helicópteros. Si durante su primera temporada Volando voy se posaba en lugares de la Península donde un accidente geográfico condicionaba la vida de los habitantes y nos enseñaba paisajes espectaculares desde el aire, la segunda (los miércoles a las 22.40 en Cuatro) busca ahora pueblos con necesidades acuciantes y tratan de solventarlas. “Todos hemos sufrido la crisis pero tendemos a olvidar o a no saber ver qué efectos ha tenido en las zonas rurales. Hay una España de dos velocidades. Esto es un programa para esos olvidados. Buscamos un problema y lo solucionamos. Y, si nosotros lo hemos logrado, ¿cómo no van a poder las instituciones?”, asegura Calleja de forma contundente a EL PAÍS.

El aventurero leonés, de nuevo a los mandos de un Robinson 44, defiende que la razón de ser de Volando voy nace de un déficit, de una dejación de responsabilidad pública que tendría que haber puesto remedio mucho antes a las situaciones que ellos encaran, pero concluye esperanzado y conmovido por la experiencia: “Contamos la historia de gente que vivía sin cobertura telefónica, aislados, de aldeas que agonizaban y se derrumbaban despobladas; si contagiamos al público de lo que vivimos tal vez podamos hacer que en última instancia se involucren las autoridades”, explica, y expresa en alto su deseo de que el Gobierno siga su estela.

El equipo de 'Volando voy' en la bahía de Fornells.
El equipo de 'Volando voy' en la bahía de Fornells.

En el primero de los siete capítulos de la nueva entrega, emitido la semana pasada en Cuatro, el equipo de Calleja, en colaboración con el Centro Oceanográfico de Baleares, se acercó a la bahía de Fornells, en Menorca, para instalar unos colectores que facilitaran el recuento de la población de langostas de una zona que vive de pescarlas y que, necesariamente, han de hacerlo a partir de ahora de forma sostenible. Otro caso es el de Muniellos, en Asturias, uno de los bosques mejor preservados de Europa. Tiene osos, urogallos, corzos, rebecos. Lo que no tenía era teléfono ni Internet. “Si alguien se caía cuidando del ganado, un simple accidente, estaba perdido. A grandes males, grandes soluciones. Contactamos con una empresa de telecomunicaciones y ahora disfrutan de un 4G experimental, con una señal más potente que en las ciudades”, explica, y añade que además les llevaron a expertos en redes para que puedan explotar su patrimonio natural atrayendo turistas. Con idéntica fórmula y espíritu, Volando voy ha intentado mejorar el aprovechamiento de energía solar en el desierto almeriense de Taberna, la accesibilidad de las laderas vinícolas de la Ribeira Sacra, en Galicia, y proteger el ecosistema del delta del Ebro. Este miércoles a las 22.40 el programa viaja a Doñana con la misión de ayudar a preservar el caballo marismeño, especie en peligro de extinción.

La vinculación de Calleja

El presentador confiesa que su relación con los habitantes de los pueblos que pisa no concluye cuando se van las cámaras, que a día de hoy intercambia mensajes de Whatsapp con ancianos que hace unos meses no podían ni llamar. Fue su productora, Zanskar, la que se empeñó en imponer metas más ambiciosas. Invirtió en drones, en objetivos fotográficos para el rodaje de vídeo, en cámaras geoestabilizadas, mejoras técnicas para no defraudar la belleza real de los lugares, asegura. También continúa vigilando el desarrollo de los proyectos que se iniciaron. Por ejemplo, en la Sierra de la Culebra, en Zamora, Calleja y su equipo pusieron en marcha un movimiento de repoblación regalando tierras a quienes tuvieran ideas de cómo sacar réditos del lugar: cultivos alternativos de plantas curativas, empresas de miel no refinada, agricultura ecológica. Muchos respondieron y se trasladaron, y los residentes mayores se han implicado con sus iniciativas. Antes de despedirse Jesús Calleja pide: “Por favor, todos aquellos a quien conozcáis que tengan ideas para volver a la naturaleza y no dejar morir el campo, que se pongan en contacto con nosotros. En un país con un 20% de paro esto es una oportunidad”.

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