Fallece el pionero de TVE en Cataluña
José Luis Barcelona fue el primer presentador de la cadena estatal en Barcelona, poniendo rostro a espacios históricos como ‘Reina por un día’, ‘Club Miramar’ y ‘Tot i més’
“Los lunes por la mañana no podía salir a la calle, la verdad; había quienes me felicitaban, pero también quienes me reñían porque habíamos escogido a una en vez de a otra”. Aún hoy, más de medio siglo después, mucha gente reconocía a José Luis Barcelona por lo mismo: haber presentado, los domingos de 1964 y 1965 en Televisión Española (TVE), Reina por un día, quizá el primer reality showde España. También fue quien unos pocos años antes, el 14 de julio de 1959, un martes, se convirtiera en el primer presentador que tuvieron los estudios Miramar de TVE en Cataluña: “Muy buenas tardes desde los estudios de Miramar, desde este balcón del Meditarráneo. Hoy, por primera vez, nuestra señal llega a los estudios del Paseo de La Habana de Madrid y a todos los españoles...”, recordaba nítidamente sus palabras él mismo, hombre de memoria prodigiosa que, a sus 84 años, se fundió a negro el pasado Día de Reyes, según trascendió ayer.
Barcelona parecía predestinado a ese honor. Nacido en Borja (Zaragoza) en 1932, pasó su adolescencia en la capital aragonesa ayudando en el hotel de su hermana. Fue allí donde contactaría con el mundo de la farándula, que reforzó su gusto por el teatro, afición que no olvidó cuando se trasladó a la Barcelona a trabajar en un banco. Fue el director de una de esas compañías quien le introdujo en el cuadro de actores de Radio Miramar, de las grandes escuelas audiovisuales del momento. La inquietud radiofónica le llevó a la otra gran cantera, Radio Juventud, donde acabaría, amén de profesor, de locutor de continuidad, labor a menudo de madrugada y que enlazaba ya con el banco.
Elegido tras un casting en 1958 para cubrir plaza para los inminentes nuevos estudios de TVE en Barcelona, el cursillo acelerado al que fue enviado a Madrid le permitió aprender de los monstruos pioneros de TVE: Federico Gallo, Joaquín Soler Serrano, Matías Prats... “Yo nunca he sido rey de la tele; con gente así, solo podía ser paje”, decía para rechazar, siempre muy modesto, piropos. “Haz amistad con el diccionario”, le aconsejó Prats, que tenía, según Barcelona, “uno etimológico siempre con él”. Le imitó y recomendó lo mismo a los alumnos a los que durante ocho años impartió clases en una escuela de presentadores. Tanto aprendió que aquel 14 de julio fue el escogido para conducir el primer programa que desde Miramar se emitió para toda España, Balcón del Mediterráneo. Y también sería el encargado de dar la cara en los frecuentísimos cortes que generaban los enlaces hertzianos entre Madrid y Barcelona y que obligaban a sacar el famoso cartel que rezaba: “Rogamos disculpen esta interrupción...”. “Entonces me tocaba salir a mí con mi mejor cara y mi mejor sonrisa para decir que les teníamos que ofrecer un programa de emergencia. Claro, aparecía tantísimas veces disculpándome que un crítico de prensa me bautizó como ‘el tío averías’”, recordaba con humor.
El tío averías, sin embargo, acabaría presentado en 1959 Club Miramar, desde los jardines de Montjuïc. Puro prejuicio ante la juventud, la dirección le impuso la presencia de una estrella social del momento, el torero y actor Mario Cabré. Se temió lo peor, pero fue todo lo contrario. “Cabré me dijo: ‘Yo no sé nada de tele; tú eres mi maestro: dame la alternativa”. El dúo funcionó de tal modo que en 1964 fueron los designados para presentar Reina por un día.
Mundo insólito (con guión propio), Salto a la fama, Esta es su vida (sólo dos veces) o Tot i més fueron algunos de los programas que, junto a su trabajo en informativos, completaron una carrera que cerró en febrero de 1992 y que recogío en su libro Tú puedes salir en la tele. Desengañado con la evolución del medio y sus profesionales (“la gente que va a la tele no le importa lo más mínimo hacerlo bien, mal o regular”), ya solo veía películas e informativos. Y eso sí, se dedicaba a pintar, como hacía ya con seis años en la Academia de Bellas Artes de Zaragoza, una pintura modesta y afable, con cierto sentido artístico y equilibrio; algo armónico y sobrio. Tal y como él mismo era en televisión.
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