Magela Baudoin: “La inteligencia es la más cruel de las discriminaciones”
La boliviana es autora del libro de cuentos 'La composición de la sal', premio Gabriel García Márquez, que se publica ahora en España
Magela Baudoin (Bolivia, 1973) es autora del libro de cuentos La composición de la sal (Plural), premio Gabriel García Márquez. El sello Almadía acaba de publicarlo en México y Navona lo hará en España en breve.
¿Qué libro le hizo querer ser escritora? Mujercitas. Cuando era niña quería ser Jo March con desesperación. Quería escribir y ser rebelde como ella, quería desarrollar un lado masculino porque me parecía que las niñas no hacían cosas divertidas. Después me di cuenta de que en realidad lo que no me gustaba era el molde en el que debían cuadrar las niñas. Sin embargo, no es un libro en particular el me hizo querer narrar sino mi abuela, todos los libros que había en ella, su memoria, su imaginación, su voz.
¿Y cuál ha sido el último que le ha gustado? Un mundo huérfano, del colombiano Giuseppe Caputto, que es una novela libertina y triste, una crisálida acaeciendo, en la que a veces parece asomar lo horroroso y otras, se ve triunfar el esplendor de una mariposa. Me gusta mucho esa dualidad, su gesto travesti (lo queer, lo fantástico, lo violento, lo fantasmal, lo experimental, todo lo que habita en ella) y, sobre todo, su purísima médula poética.
¿Qué libro no pudo terminar? La Biblia, ni siquiera la comencé, qué Dios me perdone.
¿Qué libro ajeno le habría gustado escribir? Al faro, de Virginia Wolf. Amo su universo azul. Igual que el Cuento azul de Marguerite Yourcenar, que también mataría por haber escrito.
De no ser escritora le habría gustado ser... Surfista, definitivamente. Adoro el mar, pero moriría de tedio si fuera pescadora.
Alguna vez ha dicho que quiere incomodar al lector, ¿qué cuento ajeno es el que más le ha incomodado a usted? Muchos. Los colecciono y podría cambiar esta lista cada día: Tlön, Uqbar, Orbis Tertius de Borges, La tristeza de Chejov, Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez, Cachipún de Alejandra Costamagna.
¿Qué ingredientes debe tener un buen cuento? Música (un adagio, un bolero, una ranchera, una sonata punk), siempre debe tener música interior; la tensión eléctrica de una anguila; y profundidad. Que algo se eche a perder allá, muy abajo.
¿Qué suceso histórico admira más? La épicas individuales que pueden transformar el mundo o no, como las de Marie Curie o Mary Shelley.
¿Cuál es la película que más veces ha visto? Varias. El príncipe de las mareas me hace llorar siempre; Zorba el griego, adoro a Zorba; Ladrón de bicicletas…
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? No sé si me define, pero me encanta una salsa muy clásica de Héctor Lavoe: Ah, Ah, oh, no. Puedo verme perfectamente bailándola y cantándola.
¿Qué encargo no aceptaría jamás? No sé. Me cuesta pensar a qué le diría que no en una situación extrema en la que estuvieran en peligro mis hijos.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? La inteligencia. Me parece que es la más cruel de las discriminaciones.
¿A quién le daría el próximo premio Nobel de literatura? A Cesar Aira, sin dudarlo.
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