La televisión me obliga a trasnochar
Si quiere dormir siete horas y tiene que levantarse a las siete de la mañana para ir a trabajar, la televisión española no es para usted
Si quiere dormir al menos siete horas y tiene que levantarse a las siete de la mañana para ir a trabajar, la televisión española no es para usted. La locura del horario de máxima audiencia en España no parece tener límites. Y cada vez que alguien parece dispuesto a dar un paso para apostar por unos horarios razonables, se terminan dando tres pasos atrás.
En marzo de 2015, no hace tanto, TVE anunciaba el adelanto de su prime time a las 22.00 tras firmar un convenio con el Ministerio de Sanidad para fomentar el "uso saludable de la televisión". Pocos meses después, esa buena voluntad ya era historia. Desde la cadena se justificó explicando que la mayoría de la audiencia se incorpora al prime time en torno a las 22.30, por lo que los espectadores se perdían el comienzo de los programas si arrancaban antes.
Ahora hemos llegado a un punto en el que series como Víctor Ros, por poner solo un ejemplo, no comienzan hasta prácticamente las 23.00. Las reiteradas quejas de los espectadores han sido contestadas en RTVE Responde alegando que el retraso de los programas se debe a la inclusión de Hora punta, una "entretenida ventana a la actualidad" con la que "enriquecemos la oferta" de la cadena. El programa de Javier Cárdenas, con una inclasificable mezcla de entrevistas a invitados, vídeos virales, bromas y otros contenidos de lo más variopinto, es lo que TVE entiende por "enriquecer" su parrilla. Mientras, de lunes a jueves, los seguidores de las apuestas estrella de la cadena pública tienen que esperar pacientemente a que Cárdenas termine de enriquecer la parrilla.
Por supuesto, en otros canales también ocurre. El hormiguero empuja el arranque de Velvet o Mar de plástico hasta casi las 23.00. Y además, en las cadenas privadas hay que soportar las pausas publicitarias. La conclusión es que cada vez hay que tener más valor para ver televisión en España a las horas que marcan las cadenas. Eso o abandonar esa absurda costumbre que tenemos los humanos de dormir unas cuantas horas al día.
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