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En busca de doña Oliva Sabuco

José María Merino novela el enigma sobre la autoría de 'Nueva filosofía de la naturaleza del hombre', un apasionante libro del siglo XVI sobre la pasión y la medicina

José-Carlos Mainer
José María Merino visto por Sciammarella.
José María Merino visto por Sciammarella.

José María Merino ha escrito que “me he negado a aceptar la subsidiariedad de la literatura respecto a la vida”. Por eso sus novelas exploran la identidad inestable de sus héroes (“médula de todo lo que escribo”) y el menguado espacio que separa la realidad de la fantasía, o el pasado remoto del presente. Musa décima evoca el siglo XVI, que tanto fascina al autor, y cómo un trozo de él se incorpora a hoy mismo; lo hace en un ritmo algo más rápido de lo habitual, y puede que entre ácido y risueño, porque incluye alguna vista censora al mundo exterior: al oscuro ámbito de las asesorías financieras (y al más sombrío del paro crónico de los titulados) y al mundo del éxito editorial, atenazado por las crisis de lectores y donde se enfrentan los escritores de éxito y los más exigentes (“los que escribís eso que llamas autoficción”, se queja Marina a Andrés), aunque también a estos les dedique un rapapolvo “el viejo novelista, cuentista y académico” en la presentación de un libro a la que acuden también Andrés y Marina.

Es habitual que en las novelas de Merino los personajes escriban, como en un espejo de su autor. En Musa décima todos los esfuerzos giran alrededor de la existencia real de una autora y de su libro, la Nueva filosofía de la naturaleza del hombre (1587). Fue el único que publicó Oliva Sabuco, de la que sabemos muy poco, pero que dedicó bastantes años a la confección de ese compendio de sabiduría moral y experiencia vital, impregnado de estoicismo y platonismo y manufacturado en excelente prosa. El padre de la autora, Miguel Sabuco, dio un raro testamento en el que se atribuyó su escritura, pero antes de que se descubriera ese documento en 1903 ya se dio por buena la suplantación. En su estupenda monografía El pequeño mundo del hombre (1973), Francisco Rico sentencia que “hoy [lo] sabemos obra de su padre don Miguel”, pero hogaño es obligado dudar de la apropiación paterna y ya lo hizo una pedagoga, Virginia Ferrer, en Recuerda Mundo (2008), novela ecofeminista (así se autodenomina) donde se defiende la preservación del curso del río Mundo, que riega las tierras de Alcaraz, hogar de los Sabuco.

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Nuestra novela dedica bastantes páginas a sabrosas citas de las páginas de la Nueva filosofía y no pocas a sensatas hipótesis que asientan la autoría de doña Oliva. Más de una vez las consideraciones de la escritora sobre “los afectos”, la venganza o el temor al futuro guían los pasos de los personajes. Pero, sobre todo, la fidelidad a la escritura como destino se convierte en el motivo que misteriosamente se traslada también a ellos. Berta, enferma de un cáncer terminal, ha dedicado los últimos años de su vida a escribir la biografía de aquella mujer remota a la que cree ver sentada en un rincón de su propia casa. Su marido, Raimundo, que la abandonó por una mujer más joven, le robó parte de su material para escribir un ensayo académico que un ­desaprensivo colega publicó a su nombre. E incluso su amante, Olga, piensa hacer algo con los papeles de que dispone. Marina, novelista en crisis y novia del hijo de Berta, conoce los trabajos de su futura suegra, y esta, consciente de su cercano final, le lega sus páginas y apuntes para que componga una novela, a la que sabe dar una convincente solución narrativa. La publica, obtiene un premio y las prisas editoriales y quizá su inconsciente rebeldía de autora verdadera le hacen demorar la inclusión de una dedicatoria que reconoce el origen de su libro. En la vida y en la muerte, la obra de Oliva Sabuco parece destinada a los azares de hurtos, suplantaciones y conjeturas.

El poseedor de una edición dieciochesca del libro-fetiche de Oliva Sabuco es Rai, el hijo de Berta y Raimundo, que lo ha heredado de su madre, como ella lo hizo de su progenitor, y esto le confiere la dimensión de protagonista. ¿La merece desde un punto de vista moral? Es egoísta e inmaduro, pero tiene una segura intuición de su destino en una novela donde cada cual carga con el suyo… y con el de doña Oliva. Y Rai triunfa al final y también remata a su manera el relato de la autora: la suya es una novela gráfica, alguna de cuyas viñetas –dibujadas por Merino– ilustran este fascinante juego que recuerda al infantil de “tú la llevas”. Como la vida y la fantasía, ese cuento es múltiple e imprevisible, pero en el fondo es uno, suma y final de todos sus afluentes. Merino lo ha puesto en una magnética novela.

Musa décima José María Merino Alfaguara Madrid, 2016 416 páginas 18,90 euros

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