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FERIA DE VALLADOLID
Crónica
Texto informativo con interpretación

Desangelado homenaje a Víctor Barrio

El torero muerto estuvo en la mente de todos, pero no en el ruedo. Una buena ocasión perdida

Antonio Lorca
José Tomás en la Feria de Valladolid.
José Tomás en la Feria de Valladolid. AFP

La plaza de Valladolid lucía espléndida, llena hasta la bandera, como debiera ser cada tarde; en el recuerdo, el torero desaparecido, Víctor Barrio, que accedió a la gloria tras pagar el alto precio de su propia vida; la madre, la viuda y la hermana, presentes en el tendido, y todo parecía preparado para un homenaje único, cálido y emocionante.

Pero no fue así. La organización del espectáculo no estuvo a la altura deseada. Para empezar, no hubo una sola imagen que recordara al torero homenajeado; ni una palabra, ni un solo gesto más allá de los brindis a la familia y al cielo. Estaba previsto que, al finalizar el paseíllo, se entregara a la familia un capote con los mensajes que aficionados y admiradores de Barrio habían enviado por Twitter, pero el acto no se celebró. En fin, que el torero muerto estuvo en la mente de todos, pero no en el ruedo. Una buena ocasión perdida. Una loable intención de la Fundación del Toro de Lidia, mal ejecutada.

Cinco ganaderías/Seis toreros

Por orden del lidia, toros de Juan Pedro Domecq, Núñez del Cuvillo, Zalduendo, Domingo Hdez, Victoriano del Río, y Núñez del Cuvillo, justísimos de presentación, nobilísimos y muy blandos. Al cuarto se le dio la vuelta al ruedo sin motivo.

Juan José Padilla: estocada baja (oreja).

José Tomás: estocada trasera y un descabello (oreja).

Morante de la Puebla: media estocada caída (dos orejas).

El Juli: estocada caída (dos orejas).

José María Manzanares: media estocada (ovación).

Alejandro Talavante: estocada (dos orejas y rabo).

Plaza de toros de Valladolid. Corrida homenaje a Víctor Barrio. Primera de feria. Asistió desde una barrera la Infanta Elena, acompañada por su hija Victoria Federica. 4 de septiembre. Lleno.

Por otra parte, la corrida como tal no resiste una crítica seria. Que seis toreros, considerados como grandes figuras de la actualidad, decidan rendir homenaje a un compañero muerto en el ruedo y se anuncien con seis becerrotes que parecían escogidos por su manifiesta invalidez y excesiva bondad, no es de recibo. Al menos, no parece juicioso.

Aunque solo fuera por lo dificultosa que fue la carrera taurina de Barrio, y porque está muerto, que es algo muy serio, sus compañeros debieron presentarse en Valladolid con una corrida mejor presentada y de orígenes menos comerciales. Los nombres de Juan Pedro, Núñez del Cuvillo, Zalduendo, Domingo Hernández, Victoriano del Río no figuran, precisamente, en el frontispicio de la fortaleza y la casta. Y así lo corroboraron los seis ejemplares que salieron al ruedo: asardinados -Valladolid es plaza de segunda, pero los toros eran chicos-, inválidos, descastados y de desbordante nobleza; tanta dulzura que no motivaban la más mínima emoción en sus cortas embestidas.

Aun así, ya se sabe que el espectador moderno prefiere el arte con becerros que hazañas con toros. Y así fue, a medias.

No hubo faena grande a pesar de la generosa disposición del público, que quiso ver arte donde solo afloró disposición. Pero sí se desgranaron detalles porque clase atesoran los seis actuantes.

Morante cortó las dos orejas de su toro. No fue la suya una tarde de inspiración, pero sí de alegre disposición. Le tocó un animal birrioso, con el que se mostró decidido a la verónica y afanoso con la muleta; sobre todo, en un inspirado inicio en el que mezcló ayudados con molinetes y el obligado de pecho. Abusó del pico, pero destacaron más sus detalles de inspiración. Mató mal, pero con rapidez y paseó dos orejas que supieron a gloria de segunda.

El Juli pechó con ‘la tonta del bote’ del festejo, que se quedó sin medio pitón derecho al comienzo del último tercio, pero nadie mostró queja alguna. Lo veroniqueó con lucimiento, brilló por zapopinas y gustó en una faena larga y poco vistosa.

La tarde la abrió Padilla, con otro animal tan noble como soso. Se esperó con las banderillas y casi nada dijo muleta en mano.

Manzanares tuvo peor suerte; uno de los más inválidos le tocó en suerte, y por allí anduvo el torero, decidido, pero escasamente artista.

Y lo mejor corrió a cargo de Talavante, con el torete que más se movió en los tres tercios.

Encandiló al público con el capote, brillante a la verónica, y espectacular de frente por detrás, y corroboró su labor con una encomiable actitud torera con la muleta. Abusó de las arrucinas, pero destacó su capacidad de improvisación y su deseo de triunfo. Mató de una efectiva estocada y paseó las dos orejas y el rabo.

¿Y Tomás? Su toro era un novillo sin cara, como los demás; y sin fiereza, y sin fuerza, y sin casi nada. Se esforzó a la verónica y trazó tres de bella factura, y se lució, después, en un quite por chicuelinas. Muleta en mano puso más su disposición que la casta del toro. Muy parado, se vino pronto abajo y deslució el afán del maestro.

El festejo acabó bien con el triunfo de un innovador Talavante, pero queda la duda sin consiguió el efecto deseado: homenajear como merece un torero muerto y engrandecer la tauromaquia. Se admiten dudas.

¿Corrida benéfica?

¿El homenaje a Barrio era una corrida benéfica? Parece que sí, pero no está nada claro. Al menos, la Fundación del Toro de Lidia, organizadora del mismo, no lo ha comunicado oficialmente.

Se ha hablado de que los beneficios de la corrida se dedicarán, por un lado, a erigir un monumento al torero muerto, y, por otro, a la difusión y defensa de la tauromaquia.

Parece que los toreros actuantes no han cobrado. Así lo confirmaba un miembro de la Fundación a este periódico. Pero, ¿y los ganaderos? Y la respuesta ya no era tan taxativa.

Por otro lado, la corrida está incluida en el abono de la feria de Valladolid, lo que supone que el empresario deberá tener algún beneficio de la misma. En fin, de nuevo la oscuridad tan manifiesta del mundo del toro.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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