Pablo Carbonell: “Solo madrugo en vacaciones”
El gaditano cuenta su vida en 'El mundo de la tarántula', las memorias de un suertudo vocacional
Músico en Los Toreros Muertos, actor con bata, presentador con gafas de sol, director de cine gaditano, humorista en el parque… Tras una vida de trastadas, Pablo Carbonell (Cádiz, 1962) refleja en su libro El mundo de la tarántula las memorias de un suertudo vocacional que sobrevive a la contracultura, a las drogas y hasta a los políticos.
—¿Qué le hizo querer ser lo que quiera que sea usted (músico, humorista)? Una canción, algo que vio, algo que leyó, algo que comió…
—Ja, ja, ja. Yo lo primero que quise ser fue pintor porque me encantaba Goya.
—¿Qué canción ajena le habría gustado componer?
—Railroad Man, de los Eels, un clásico contemporáneo.
—De no ser lo que es, le habría gustado ser…
—Cirujano.
—Dígame una definición de “absurdo”.
—Absurdo es un saco donde la gente guarda lo que no entiende.
—¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado?
—El azar y viceversa, de Felipe Benítez Reyes.
—¿Cuál es la película que más veces ha visto?
—Cantando bajo la lluvia. La vi unas quince veces durante el rodaje de Obra maestra, de David Trueba.
—Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?
—Broken Hearts Are For Assholes, de Frank Zappa.
—¿Qué suceso histórico admira más?
—Que los padres de George Harrison le dejasen ir a Hamburgo con 17 años.
—¿Trasnochar o madrugar?
—Madrugar, un placer que sólo me permito en vacaciones.
—¿Qué encargo no aceptaría jamás?
—Hacer periodismo para la crónica rosa.
—¿Qué está socialmente sobrevalorado?
—La Copa del Mundo de fútbol.
—¿A quién le daría el próximo Premio Nobel de Literatura?
—A Haruki Murakami, por hacernos ver que en Japón también cuecen habas.
—¿Y a quién se lo quitaría?
—Reconozco que Hermann Hesse me trastornó bastante en mi juventud, pero ni por esas se lo quitaría.
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