Las lecciones de la crisis

De la misma manera que Holden Caulfield en El guardián entre el centeno, el protagonista toma la palabra para contarnos los hechos sucedidos hace unos años que produjeron un vuelco absoluto en su vida. El narrador, un hombre que no lee, merced a una circunstancia fortuita primero y una casualidad muy productiva después, empieza a leer la obra entera de Salinger.

Bruno, nuestro protagonista, es consultor de empresas y debido a la crisis económica teme perder su empleo, pero de golpe, casi sin querer, idea un método de salvaguarda de empresas que le lleva a progresar en su trabajo. Si sorprendente es este golpe de suerte, más lo es conocer a Albertine, amarla y vivir con ella una especie de ensoñación, una realidad superpuesta al mundo real en la que ella con su nombre proustiano a la cabeza y su pasión por Salinger le introduce en un mundo lleno de referencias continuas a libros, películas y melodías para él, hasta entonces, absolutamente desconocidas. Solo un misterioso Don Gregorio (recurrente artificio en las obras de Porta) le presta ayuda. El autor, un A. G. Porta que confirma sus virtudes, da la palabra únicamente a alguien que entiende muy poco de lo que está hablando y es esa la gracia enorme de esta novela. El lector lee agradablemente, sonríe y comprende. Sabemos desde el principio que lo que se nos cuenta es algo que fue pero ya no es, una nostalgia infinita por la felicidad perdida. Un narrador que solo puede mantenerse en pie mediante “silencios y mentiras”, pero que produce sin querer ironías flagrantes sobre el mundo intelectual y, sí, también un ejemplo práctico de aquel título reciente Cómo hablar de los libros que no se han leído. Aunque ese narrador (como podrá comprobar el lector si se anima) nos da al final, quizá también sin querer, hermosas lecciones de literatura.

Las dimensiones infinitas. A. G. Porta. Acantilado. Barcelona, 2016. 196 páginas. 16 euros