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Rimas de supervivencia

La música se convierte en una herramienta esencial para la reinserción social de los presos del mundo

El rapero Ronald, en una celda de espera de la cárcel de Alcalá Meco (Madrid), en 2010.
El rapero Ronald, en una celda de espera de la cárcel de Alcalá Meco (Madrid), en 2010.CARLOS ROSILLO

¿Puede la música enmendar errores? Cada vez son más el número de programas alrededor del mundo que utilizan este arte con el fin de participar en la reinserción social de sus presos. En España, por ejemplo, existen iniciativas como Culturapia, un proyecto organizado desde el 2015 por la Fundación Caja de Burgos y la Obra Social "la Caixa" que busca llevar la cultura a lugares donde es más difícil acceder a ella, como es el caso de los hospitales, los psiquiátricos y las cárceles. Dentro de esta intervención, las organizaciones se han unido con la Asociación Unión Gitana de Burgos, la cual trabaja en el centro penitenciario de Burgos ofreciendo talleres formativos y culturales a los internos. Así es como ha nacido Flow Kaló, el trío rapero de ese recinto compuesto por Vandy, Cardín y Dino, que ha logrado producir Irresistible, el primer disco grabado desde una cárcel española.

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Al otro lado del océano, se encuentra Modelo Estéreo: Entre patio y patio. Este proyecto, ingeniado por el artista colombiano Mario Grande junto con varios estudiantes de la Universidad de Los Andes en Bogotá, ha logrado atravesar los muros del Establecimiento Carcelario La Modelo de la capital colombiana para grabar la historia de los presos que la habitan. Paralelamente, ha conseguido instalar un estudio profesional de música en el interior de la prisión, gracias a una fiesta organizada por el colectivo que invitó a la sociedad civil a involucrarse. Ahora, los internos de La Modelo pueden aprovechar el espacio para dejar constancia de su paso por la cárcel e incluso participar en la producción de piezas musicales que serán comercializadas más adelante.

Otras melodías ocupan las celdas de la Unidad Penal 48 de San Martín, una penitenciaría de máxima seguridad de la localidad de José León Suárez, en el norte de Argentina. Allí, se escuchan los versos e instrumentos de Rimas de Alto Calibre, el fruto de un taller musical creado por dos profesores de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Lautaro Merzari y José Lavallén son los autores de este programa educativo de integración social que permite tanto a los presos como a los ya liberados formar parte de un conjunto que explora una gran gama de géneros como son el reggae, la cumbia, el hip-hop y el rock a través de los diferentes instrumentos que los componen. El proyecto culmina con presentaciones fuera del recinto que les brindan una mirada alternativa, dándoles la oportunidad de ser oídos mediante este diálogo con el mundo exterior.

El poder de la música no es novedad en el universo penitenciario de Estados Unidos. The Prison Arts Coallition, fundada en el 2008, es una plataforma web nacional que se encarga de agrupar todos los programas artísticos que existen en las cárceles norteamericanas, proporcionando información y apoyo a todo aquel que se encuentra encarcelado, o que ha pasado por dicho sistema. La página también está dirigida al público que trabaja en el desarrollo de este tipo de programas, al igual que a estudiantes, organizaciones o investigadores del tema. En ella, abundan programas de reinserción social a través de la música como Ward History, More Than Music, Prison Tapes o Soledad Prison: Dixon, G. Trio – Music Improvised with Guests, organizadas por el Proyecto de artes de la Asociación William James en California.

Se suman a la lista proyectos como Música para la reinserción social en Paraguay, impulsado por el Ministerio de Justicia, la Asociación Tierranuestra y el programa institucional Sonidos de la Tierra. Apoyado por la Fundación Itaú, el programa se encarga de enseñar a los presos a fabricar instrumentos musicales. Los internos de la Penitenciaría Regional Padre de La Vega y las presas del Correccional de Mujeres Casa del Buen Pastor son los protagonistas de estos talleres, donde también aprenden a tocar la guitarra y el violín, formar parte del coro e incluso grabar un CD. Sueños de libertad, que contiene 14 canciones, ha sido su pasaporte hacia la rehabilitación.

La lista continúa. Desde Rap’N’Radio, organizada por MC Optimus en la cárcel de reintegración de Wandoo en Australia, hasta el festival Creadores Nómadas que acoge a la banda Patio 8, compuesta por jóvenes del Centro Penitenciario Madrid II y guiada por la cantante peruana Mariella Köhn, son incontables las iniciativas que buscan facilitar la rehabilitación social de los presos del mundo. La creatividad y el empoderamiento van ligados, haciendo de la música una herramienta ejemplar para superar dificultades como las que viven a diario estos encarcelados que hoy solo buscan volver a la normalidad.

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