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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Y si ganara?

Es difícil encontrar a alguien decente entre los cortesanos y reyes que se mueven por la Casa Blanca e ilustres y trascendentes aledaños

Carlos Boyero

Hay mucho peligro en las ficciones brillantes que se inspiran en el ansia, el ejercicio, la metodología para conquistar el poder y mantenerlo a cualquier precio. Poder absoluto para dirigir la existencia de los humanos. Puedes llegar a creértelas si son buenas, tener la certeza absoluta de que están reproduciendo la realidad de ese universo tan turbio llamado política.

Resulta transparente que los creadores en la versión inglesa y norteamericana de la serie House of cards han leído a Shakespeare. También que es indispensable para ser guionista en ella haber devorado varias veces Ricardo III y Macbeth. Es difícil encontrar a alguien decente entre los cortesanos y reyes que se mueven por la Casa Blanca e ilustres y trascendentes aledaños. Sí ambiguos, complejos, perversos de altura. Y la protagonizan dos demonios muy humanos, monarcas del chantaje, la manipulación, la venganza, la traición, la crueldad, el pragmatismo feroz, el cinismo como supremo principio moral, la corrupción sistemática, la implacabilidad. Su única obsesión desde jóvenes ha sido la de convertirse en los amos del universo. Y lo han conseguido. Son el presidente de Estados Unidos y su maquiavélica, elegante y temible esposa. Siniestros y despreciables. Pero también te hipnotizan. Por su inteligencia, su infinita capacidad para el mal, que es su bien. Cuentan que Kevin Spacey es un extraordinario intérprete de Shakespeare. No me extraña viéndole interpretar a Frank Underwood. Sin él no existiría House of cards.

Y si alguien va a mover los hilos del mundo, por supuesto que prefiero a esos grandiosos hijoputas que al gorilón cuyo discurso provoca aún más terror que estupefacción. Y ahora también ha sacado a la palestra a la aspirante a primera dama. Es un pibón esloveno. Vete a saber si detrás de esa fachada también existe un cerebro como el de Claire Underwood. No es una pesadilla. Podrían ganar.

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