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¡A la calle!

Resulta épico que el pueblo se lanzara a las calles, exponiéndose a que les frieran vivos (y les ha ocurrido a bastantes de ellos) para detener a los tanques

Carlos Boyero

Resulta muy venturoso en nombre de la democracia que hayan parado el golpe militar en Turquía. Aunque no tengo yo muy muy claro si la estatura moral de los sublevados es superior, inferior o la misma que la del tal Erdogan. Y resulta épico que el pueblo se lanzara a las calles, exponiéndose a que les frieran vivos (y les ha ocurrido a bastantes de ellos) para detener a los tanques. Tanta concienciación, heroísmo y coraje se lo ha exigido el líder a través de un trascendente teléfono móvil conectado a una televisión privada. Y no se sabe dónde estaba en ese momento el amenazado presidente. Pero quiero imaginar que él también salió a la calle en esos crudos momentos, después de exigir a otros ese supremo acto de fe en la democracia. Ya sabemos que no vale lo mismo la vida de un líder político que la de sus seguidores, pero sería bonito que alguien hubiera divisado a su egregia persona al aire libre.

En Argentina también han existido golpes de Estado contra lo que decidieron las urnas, y ahora están descubriéndose cositas entre siniestras y esperpénticas respecto a los antiguos dueños del poder. La imagen del secretario de Obras Públicas en el Gobierno de la transparente y natural Cristina (así la denominaban variados fans en un viaje que hice a ese país), recia campeona del pueblo llano, intentando saltar la tapia de un convento portando siete millones de dólares en unas bolsas, podría pertenecer a la filmografía de Monicelli, Comencini, Risi y Berlanga.

Y continúa la afición de familiares y colaboradores de la dama porteña a guardar el ufanado botín en bolsas o en la casita. Han pillado a su joven hija Florencia con casi cinco millones de dólares en su caja fuerte. La explicación es genial. Eran sus ahorros. Prodigiosa carrera para haber ahorrado esa pasta en 26 años de vida. Nada de transferencias, fondos, cuentas ocultas. El tesoro en casa y debajo del colchón.

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