Pobre Robles
Al retornar a mi vida cotidiana es imposible no enterarme del fascinante universo que envuelve las épocas de elecciones. Y veo a cuatro damas que debaten en Antena 3
Durante un par de semanas estuve en Cannes sin tener la menor noticia de la actualidad política en la querida España. No encendí la televisión, no tengo Internet y los periódicos de papel españoles desaparecieron de los quioscos. Y mi sistema nervioso y la higiene mental lo agradecieron notablemente. Ninguna añoranza sobre las convulsiones de la patria, hacia gente que repite lemas y promete cosas que jamás cumplirán hasta lograr el mareo del receptor. Bueno, no de todos. Aquellos que les corean, agitan banderas y poseen gesto exaltado o feliz ante el discurso de los oradores, te induce a pensar que se han metido algo euforizante y que no albergan la menor duda sobre lo que afirman o denostan sus héroes.
Pero al retornar a mi vida cotidiana es imposible no enterarme del fascinante universo que envuelve las épocas de elecciones. Y veo a cuatro damas que van a debatir en Antena 3 sobre la dicha o el infortunio que le espera al amado pueblo en el caso de que voten a unos o a otros. Confieso que ejerzo de espectador con imperdonable irresponsabilidad cívica, que mi única razón es observar a una mujer muy guapa que se llama Inés Arrimadas. Pero mi frivolidad se ve recompensada con uno de los momentos cómicos (o tragicómicos) más antológicos en la historia de la política.
Entiendo que la tensión juega pasadas y que el subconsciente siempre será un misterio aunque la sabiduría de Freud intentara hacerlo transparente. Y ocurre que Margarita Robles, representante del PSOE, hace la siguiente denuncia: “Es imprescindible que se ayude a los jueces y el PSOE no ha ayudado. El PSOE se ha puesto para otro lado, no ha ayudado ni colaborado con los jueces”. Rectifica, pero el esperpento ya ha estallado. Levy y Bescansa la miran con estupor. La muy bruja de Arrimadas se parte de risa con la cabeza inclinada. Yo también. Qué cruel es la naturaleza humana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.