Un sentimiento visible
Mazzucco aborda con éxito el deseo de los hombres de ser padres en una novela que supera la cuestión reivindicativa
La última novela de Melania G. Mazzucco (Roma, 1966) corre el riesgo de ser leída como un panfleto militante en favor del derecho a la adopción de las parejas homosexuales. No es que entenderla de ese modo sea un disparate, pero sí una simplificación que obvia las páginas más conmovedoras de la novela, las que se encuentran no por casualidad en el corazón del libro, en el 4º capítulo de los siete que lo componen, el titulado 'Concepción', donde esta pareja de hombres que lo protagoniza —Christian y Giose— concibe no al hijo, sino el deseo de tenerlo.
Les sucede esto en el Museo de Bellas Artes de Budapest al ver una obra del pintor español Francisco de Herrera el Viejo (1590-1656), San José con el Niño Jesús, en el que están representadas dos figuras más humanas que divinas: un padre cuarentón y su hijo. Y dice la narradora en la écfrasis del cuadro: “El amor que sentía por el niño emanaba una especie de luz, un halo dorado que los iluminaba a los dos. Ese sentimiento era visible”.
Y este es precisamente el asunto de la novela: el deseo masculino de tener hijos, la paternidad de los hombres, un tema para el que los pintores italianos no han encontrado, dice la narradora, “colores ni sentimiento”. Y los novelistas tampoco, habría que añadir; ni los italianos ni los españoles. La paternidad no ha llamado la atención de nuestros escritores. Este es el desafío literario que aborda Mazzucco, del que sale más que exitosa.
Reducir la novela por tanto, a una cuestión reivindicativa o testimonial es empobrecerla, por más que el procedimiento a través del cual Christian y Giose se convierten en padres ocupe todo un capítulo. Concebido el deseo de reproducirse, Christian y Giose se ponen manos a una obra mucho más prosaica —la compra de óvulos y el alquiler del útero—, que se narra sin idealizaciones ni patetismos: estas son las dificultades administrativas, esta es la sórdida selección de las donantes que hay que hacer atendiendo a criterios eugenésicos, y estas son las consecuencias. La novela empieza con una de ellas, muy amarga: Eva, la niña con dos padres, que ha nacido, como dicen sus compañeros, “por el agujero del culo”, vive atormentada por ellos y acaba empujando a uno, que accidentalmente cae a las vías del metro.
El proceso no se dulcifica: Christian y Giose debaten sobre el derecho a concebir un hijo sin madre; reflexionan sobre la razón por la que una mujer decide alquilar su útero, y que no es otra, como sucede en la prostitución, que la necesidad económica. No se escamotea ningún aspecto: esta es la senda que hay que transitar si un hombre oye la hermosa llamada de la paternidad en el seno de una pareja de hombres homosexuales.
Pero este es el camino que se debe recorrer también si quien oye la llamada es una mujer en el seno de una pareja de heterosexuales estériles; ellos también tendrían que superar dificultades, seleccionar óvulos, alquilar útero y correr con sus particulares consecuencias, que las habría. Porque si en algo es combativa esta novela es en su intento de deconstruir la oposición homosexual/heterosexual o incluso maternidad/paternidad: no hay ninguna diferencia entre un padre y una madre, entre familia homosexual y otra heterosexual. O mejor dicho: sí la hay; pero esa diferencia es mínima comparada con otras —biológicas, económicas— mucho más brutales y definitivas, que hacen de cada nacimiento un fenómeno no sólo irrepetible, sino también desigual.
La esencia de la paternidad no radica en el género, sino en ese sentimiento visible que emana del José pintado por Francisco de Herrera y del Giose escrito por Melania Mazzucco.
Eres como eres. Melania G. Mazzucco. Traducción de Xavier Rovira. Anagrama. Barcelona, 2016. 225 páginas. 17,90 euros
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