“Siempre vuelvo a Machado”
A sus 78 años, el actor encuentra en los libros momentos de refugio pero también "abismo e incertidumbre"
Hombre de cine, teatro y televisión, la actividad de José Sacristán es imparable. A sus 78 años, el actor ha vuelto a los escenarios teatrales como protagonista de Muñeca de porcelana, “una colonoscopia al poder”, según sus propias palabras, escrita por David Mamet expresamente para Al Pacino. La obra se representa en las Naves del Español de Matadero Madrid hasta el próximo 10 de abril.
—Su trayectoria como intérprete ha recogido la historia reciente española. ¿Muñeca de porcelana es el último episodio?
—Sí, no solo por cronología, sino por temática. El argumento de esta obra no puede estar de más rabiosa actualidad.
—¿David Mamet es un cronista de hoy?
—Sin duda. Lo viene siendo de siempre. Hay una larga trayectoria de cronistas norteamericanos y dramaturgos en Estados Unidos que ahondan siempre en sus tiempos. Mamet, además, tiene ese punto de mala leche que a mí particularmente me gusta.
—Aun ambientada en Estados Unidos, ¿la obra es un reflejo de lo que vivimos hoy en España?
—Es una obra jodidamente cierta en nuestro país. Además de la satisfacción del ejercicio como actor que me ofrece, también como ciudadano me gusta decir esas cosas que se dicen en la obra, aunque yo no esté de acuerdo con todas. El ciudadano Sacristán está encantado de ser el portavoz de esos mensajes.
—Su actividad es frenética. Además del cine y el teatro, ¿encuentra tiempo para la lectura?
—Y la televisión, que estoy rodando la serie Velvet. Aunque no tengo mucho tiempo, lo busco siempre.
—¿Qué papel desempeña la literatura en un oficio como el del intérprete?
—No solo la literatura, las distintas manifestaciones artísticas forman parte de este oficio. Son fundamentales y básicas. Para mí que tengo una formación precaria, que con 13 años sacaba virutas en un torno, sigue siendo un placer regresar a Dostoievski, a Camus y a tantos otros.
—¿Encuentra en los libros momentos de refugio?
—Sí, pero también abismo e incertidumbre, y esos abismos descojonantes que me proporciona mi amigo Eduardo Mendoza.
—¿Qué tipo de lectura le atrae más?
—De todo tipo. Soy un promiscuo y un frívolo; me pasa también con el cine y el teatro.
—¿Qué libros tiene ahora entre manos?
—Estoy repasando un libro que me ha recomendado mi amigo Javier Rebollo de Diego Galán, La buena memoria de Fernando Fernán-Gómez y Eduardo Haro Tecglen, porque estoy coqueteando con un posible libro de memorias. Tengo también a mano Los besos en el pan, de Almudena Grandes. Voy dando saltitos, pero hay un sitio al que vuelvo siempre que es Machado.
—¿Qué personaje de novela le gustaría interpretar?
—Sin duda, el mosquetero D’Artagnan.
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