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'The Walking Dead', muerte, destrucción... y amor

Natalia Marcos

En The Walking Dead no hay término medio y tras una primera parte de la sexta temporada que arrancó muy fuerte pero fue perdiendo fuelle según los guionistas insistían en alargar el misterio sobre aquella supuesta muerte, tras el parón invernal la serie ha vuelto dando motivos para agitar la conversación en torno a ella. El regreso fue todo un derroche de violencia, sangre, muertes y destrucción a todo ritmo y sin dar respiro a los espectadores.

Algunos de los mejores momentos de la serie llegan cuando decide no hacer concesiones. Y si al final de la primera tanda de capítulos de esta sexta temporada se pudo echar de menos algo más de fuerza, el regreso dio doble ración de sobresaltos con varias muertes y un herido (que los cómics y algunas imágenes que circulaban por Internet ya habían avanzado). Violencia adulta y violencia juvenil, que en pleno apocalipsis zombi no está el asunto como para hacer distinciones. Un capítulo muy potente que dejó a Alexandria y sus habitantes en una situación límite y con los supervivientes, algunos de los cuales andaban desperdigados por los alrededores, a punto de reencontrarse.

Solo una semana después la cosa ha cambiado radicalmente. La historia da un salto temporal de varios meses. Ahora el pueblo ha vuelto a la normalidad, los zombis solo están al otro lado del muro y los supervivientes pueden volver a preocuparse por su higiene personal y apuntar pasta dental a la lista de suministros que deben buscar. Porque no todo es muerte y destrucción en The Walking Dead. También hay momentos para el humor (sí, humor) e incluso el amor (SÍ, amor). La relación entre Rick y Michonne, de la que ya se había ido dejando pistas con antelación pero que se podía haber quedado en amistad sin ir más allá —y solo una semana después de que viéramos morir devorada por los zombis a Jessie— es uno de esos giros que no sabes si dará vida a la serie o la conducirá al abismo. El capítulo tuvo también la incorporación de Jesús ("ojo, es un tipo que se llama a sí mismo Jesús", advierte Daryl a Rick en su habitual y normal desconfianza) y la muerte del zombi de Deana. Un episodio extraño por la cantidad de momentos de distensión por los que pasan los protagonistas, que bromean entre ellos y llegan incluso a reír. ¿Esta es mi The Walking Dead o me la han cambiado?

Pero, ¿hacia dónde va The Walking Dead? ¿Con esta sexta temporada ha saltado el tiburón definitivamente tras la no muerte de Glenn y ahora con la relación de Rick y Michonne? ¿Se podrá mantener mucho tiempo más? ¿Hay un rumbo definido o estos movimientos son solo fruto del intento de mantener el tirón en cuestión de audiencia a base de sangre, zombis y sobresaltos? La promesa de la llegada de Negan suena demasiado lejana (habrá que esperar hasta final de temporada para verle asomar). ¿Serán Jesús y los suyos los salvadores de la serie? Quizá todas estas preguntas queden resueltas en breve. O quizá no necesiten respuesta.

En el pasado The Walking Dead ha sabido reinventarse, girar y volver a girar, pasar por subidas y bajadas (las unas necesarias para las otras). ¿Sabrá hacerlo de nuevo? ¿Cuánto tiempo más podrá seguir haciéndolo? Es obvio que la cadena quiere seguir explotando a los zombis y que nadie se ha planteado su fin todavía. Ojalá lo haga en buena forma, como ha hecho hasta ahora, y las dudas que planteamos solo sean dudas sin fundamento.

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Sobre la firma

Natalia Marcos
Redactora de la sección de Televisión. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde trabajó en Participación y Redes Sociales. Desde su fundación, escribe en el blog de series Quinta Temporada. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Filología Hispánica por la UNED.

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