'The Walking Dead': zombis y humanos desatados
The Walking Dead ha vuelto muy en forma. Por un lado, el arranque de la sexta temporada (que Fox ya emite en España de forma simultánea a Estados Unidos) ha servido de respuesta a aquellos que, cada dos por tres, se quejan de que, para ser una serie de zombis, no hay suficientes zombis. Pues en este primer capítulo hay hordas de caminantes. Nada que ver con la más intimista, familiar y dramática Fear the Walking Dead, la serie derivada de este mismo universo creado por Robert Kirkman que ha servido de aperitivo durante el verano. Son ficciones muy diferentes. El regreso de The Walking Dead ha dejado claro quién es el jefe aquí dando un golpe en la mesa en este sentido. ¿Queréis zombis, tripas, sangre, muertes? Ahí las tenéis.
En un capítulo más largo de lo normal (y que se hacía algo largo...), también han encontrado tiempo para explotar el otro punto fuerte de la serie: la evolución de los personajes. Porque The Walking Dead tiene zombis pero también tiene a Rick, Daryl, Carol, Michonne... En este caso, el foco se ha puesto directamente en Rick, ese líder convertido en dictador que se niega a escuchar a quienes le rodean, decidido a imponer su voluntad.
Se supone que en esta sexta temporada, al peligro constante de los zombis se une la amenaza de Los Lobos, esos supervivientes marcados por una W, la misma letra que dibujan en sus víctimas. Pero parece que otro peligro lo tienen todavía más cerca en el propio Rick si no es capaz de reconducirse. Aunque ya hemos visto en otras ocasiones a Rick al borde de la locura y sus dotes de dictador, parece que todos esos ingredientes que se han ido acumulando en su interior han ido tomando forma para llegar a convertirle en la persona que es ahora. La incorporación de Morgan al grupo parece que servirá de contraste y que puede ayudarle a encontrar algo de equilibrio... o no. The Walking Dead vuelve a abrir posibles vías de desarrollo para los capítulos que vienen y a demostrar que el hombre es un lobo para el hombre.
Los arranques y finales de temporada siempre son especiales. En este caso, la serie ha apostado por recurrir a la diferencia entre las imágenes en blanco y negro y en color para contar dos momentos temporales diferentes: la lucha contra los zombis en el presente (en color, con más zombis que diálogos) y la gestación del plan para intentar controlar a los caminantes (en blanco y negro). Un contraste visual que enfatizaba la distancia (no solo temporal) entre unas imágenes y otras y que aportaban un toque comiquero, literario y casi poético a la historia.
The Walking Dead ha vuelto en forma y demostrando que todavía tiene capacidad para sorprender, entretener e incluso buscar una nueva vuelta de tuerca para que la fiesta zombi no decaiga.
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