Internet y los ‘realitys’ se adueñan del nuevo lenguaje artístico
Los norteamericanos Lizzie Fitch y Ryan Trecartin exponen cinco coreografías sobre el aumento de la banalización
Lizzie Fitch y Ryan Trecartin son dos artistas estadounidenses nacidos en 1981. Ambos han crecido con las redes sociales, los videojuegos y los realitys televisivos. La mezcla de todo ello conforma una nueva cultura y un lenguaje artístico que nada tiene que ver con el de tiempos pasados. Interesados en las nuevas maneras de comunicación y convencidos del peligro de la canalización cultural imperante, sus obras son una mezcla de performance y vídeos en los que los primeros planos de personajes que miran a cámara, el griterío de los discursos y la preocupación por la apariencia ocupan el primer plano. La Casa Encendida muestra hasta el 24 de abril una gran instalación propiedad de la Zabludowicz Collection de Londres, formada por cinco piezas, Priority Innfield , distribuidas en dos plantas, que ya se pudo ver en la Bienal de Venecia de 2013.
El montaje expositivo recoge la idea de espectáculo que anima toda intervención pública de jóvenes y adolescentes. Cada una de las cinco proyecciones cuenta con pantalla propia. Frente a ellas se han colocado sillas y se ofrecen cascos para intentar seguir los enloquecidos diálogos.Los personajes protagonistas que vemos en las pantallas son chicos y chicas muy maquillados y con estilismos estudiadísimos que, como en un Gran Hermano televisivo, dialogan a gritos, se mugen de manera compulsiva de un lado para otro y se dirigen permanentemente a cámara. Todo podría ser una sucesión de selfies mezclados con vídeos de Facebook.
Lucía Casani, directora de la Casa Encendida recuerda que los dos artistas proceden de la escultura, la instalación y la fotografía y que su obra resulta ser una mezcla de arte performativo, sitcoms e hipnóticos collages digitales. “Para muchos este trabajo puede describirse como la película que resultaría de una colaboración de El Bosco con Keith Haring; para otros, es como si Facebook hubiese tenido una pesadilla. Intentar decodificar un argumento o tratar de entender a alguno de sus personajes de forma convencional frustrará al espectador en su experiencia: la mejor forma de acercarse a su trabajo es dejarse llevar y permanecer atentos a las conexiones que establezca nuestro cerebro.”
La colaboración entre ambos artistas residentes en Los Ángeles arranca en el año 2000. Lucía Casani añade que, de manera no oficial, Lizzie Fitch y Ryan Trecartin se han convertido en los abanderados de toda una generación de jóvenes artistas americanos entre los que se encuentran Cory Archangel, Ryder Ripps o Shana Moulton. “Son creadores que han abrazado la proliferación de los medios digitales en las pasadas dos décadas y que han sabido aunar la crítica a la sociedad de consumo con su adoración por la estética pop. En una búsqueda de referentes, podríamos enraizar el trabajo de estos artistas en la genealogía norteamericana de la subversión desde el kitsch siniestro de John Waters a la identidad múltiple y difusa de Cindy Sherman; pasando por las violentas rupturas de las performance de Paul McCarthy, y aun así, estar seguros de que ninguno se acerca del todo a su particularísimo universo.”
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