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TEATRO

Fantasía contra las lágrimas del amor

Alfredo Sanzol escribe y dirige su comedia más romántica y transgresora, también la más autobiográfica. 'La respiración' se enfrenta a la soledad y la capacidad de superar el dolor

De izquierda a derecha, Camila Viyuela, Nuria Mencía y Gloria Muñoz, en un ensayo de la obra. Detrás, Pau Durá.
De izquierda a derecha, Camila Viyuela, Nuria Mencía y Gloria Muñoz, en un ensayo de la obra. Detrás, Pau Durá.Luis Sevillano
Rocío García

El dolor y la rabia de las palabras que dispara esa mujer desolada contrastan con la calidez del entorno. Los colores neutros, los muebles sobrios y minimalistas, de madera clara, un par de mullidas alfombras blancas, una luz muy cálida acompañan a una confesión desgarradora. No se puede dormir y, dirigiéndose al público, asegura: “Me he separado hace un año y tengo la sensación de que mi familia ha desaparecido… Tengo una sensación de soledad tan grande… Soy una náufraga… Mi cama ha dejado de ser bella… Llevo un año de duelo… ¿Qué puedo hacer para poder mirar a la cara a todos mis fantasmas, reírme de ellos y seguir viviendo?”. Nagore, así se llama la mujer, decide entonces hacer aparecer a su madre y sus amigos para evitar y luchar contra esa dolorosa soledad.

Así, en una mezcla de fantasía y realidad, de ficción y verdad, da comienzo el viaje de La respiración, la obra que escribe y dirige Alfredo Sanzol y que se estrena el próximo día 20 en el Teatro de La Abadía. Un viaje radical y transgresor, alegre también, por los sentimientos de la soledad y la capacidad de superación del dolor. La respiración, interpretada por Nuria Mencía, Gloria Muñoz, Pau Durá, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela, teje una red de relaciones familiares y afectivas, muy al estilo del cine de Woody Allen, que ayudarán a esa mujer solitaria a encontrar un nuevo equilibrio y abrazar su soledad no como algo negativo.

“El amor concentra todo el peligro que tiene el ser humano. Nos hace imprevisibles, desconocidos y mágicos”

Es sin duda La respiración la comedia más romántica de Alfredo Sanzol (Madrid, 1972), uno de los grandes de la escena española, creador de En la luna (ganadora de tres premios Max), de Días estupendos, Aventura, Delicadas, La calma mágica o la adaptación de Edipo rey o Esperando a Godot, de Beckett. También la más personal y autobiográfica. “Me he separado hace un año y esta obra la he escrito para curarme del dolor de esa separación, de cómo enfrentarme al duelo. Nagore es de alguna manera mi alter ego, aunque también podrían serlo los otros cinco personajes. Todos tienen algo de mí y de la historia de amor de la que me quiero curar”. Al igual que Nagore en el escenario, Sanzol confiesa su duelo tras el primer ensayo con la escenografía de Alejandro Andújar en la sala de La Abadía. La calma y la delicadeza parecen intrínsecos al discurso y las maneras de este dramaturgo. También su forma de dirigirse y explicar a los actores ese doloroso viaje por la soledad. “Arranqué con mi propia historia, pero luego descubrí que provocar que la madre de esta mujer separada, con 65 años, estuviera liada con tres hombres a la vez me abría la posibilidad gustosa de entrar en esa especie de fantasía sexual”. Y en esa fantasía sexual aparecen, además de la madre, un fisioterapeuta, un profesor de yoga, un entrenador físico y una joven música.

“La ficción es el mejor entrenamiento para la realidad”, dice en un momento dado la madre, que interpreta Gloria Muñoz, a su hija (Nuria Mencía). Esta frase esconde mucho del teatro de Sanzol y de La respiración en concreto. “Me gusta mezclar los planos, la realidad de la propia fantasía. Esta función tiene algo de la ficción que vive Nagore, un entrenamiento para enfrentarse a la realidad. Unos sentimientos muy reales pero que, a lo mejor, pertenecen a la ficción y la están preparando para la vida”, explica el director, que mantiene siempre a todos los actores en escena, como una especie de fantasmas que llegan a la casa de Nagore y se instalan allí con el objetivo de arrancarla de la soledad.

Pau Durá y Nuria Mencía.
Pau Durá y Nuria Mencía.Luis Sevillano

De siempre le ha gustado el género romántico, con toques transgresores y un punto loco. “El amor es el tema número uno. El amor vivido con plenitud es generoso y no hay nada más transgresor que la generosidad, nada más sospechoso que la generosidad, nada más peligroso que la generosidad. El amor es también egoísta y peligroso. El amor concentra todo el peligro que tiene el ser humano, el amor nos hace imprevisibles, desconocidos y mágicos”, explica el autor, que ha tenido muy presente la importancia de la canción y la música en este género. La respiración está salpicada de canciones que interpretan en directo los actores —incluidos instrumentos— y cuya letra es obra del propio Sanzol, con música de Fernando Velázquez.

El trabajo dramatúrgico de la compañía ha sido intenso. Tres días de tres talleres cada uno, además de ensayos continuos. “Hemos hecho mucha improvisación, hay mucho de los actores en esta historia, mucho material inspirado en ellos. Han aportado mucho a los personajes, su manera de ser, su calidad como personas, sus propias historias. El estilo de la función la hemos conseguido desde muy pronto, cosa que no suele pasar. Ahora se trata de centrarse en la parte mecánica”. Es lo que tiene la comedia. “Es un género que necesita de un dominio absoluto de la mecánica. No se puede perder en ningún momento. La comedia, para el público, tiene que ser algo fácil y placentero, que nunca se noten las dificultades, que no se vea lo duro que es. La comedia tiene que parecer algo ligero, decir las cosas más importantes y profundas sin que lo parezca”.

Sanzol ya ha llorado lo suyo y también reído durante la escritura del texto. Ha sido liberador, confiesa. Le ha servido para aceptar la soledad no como algo negativo, sino como una realidad que no se tiene por qué vivir con dolor. Él ya ha experimentado esa famosa catarsis que acompaña al teatro desde siempre. “El teatro es capaz de curar las heridas. La respiración tiene algo de esa búsqueda del efecto curativo. Me gustaría que el público al salir de ver la función tuviera más confianza en sí mismo y en el que tiene al lado. Se habla de soledad, es verdad, pero también de la superación de las frustraciones y de esa propia soledad”. Como dice la canción final: “Las lágrimas del amor son de todas las lágrimas las más cálidas”.

La respiración. De Alfredo Sanzol. Dirección: Alfredo Sanzol. Intérpretes: Pau Durá, Nuria Mencía, Gloria Muñoz, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela. Teatro de La Abadía. Madrid. Del 20 de enero al 28 de febrero.

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