Las mujeres toman (algunas) salas de los museos
Las pinacotecas ya no buscan excusas para entregarse a las creadoras: Élisabeth Vigée Le Brun estará en el Metropolitan, Georgia O’Keeffe en la Tate Modern, Helena Almeida en el Jeu de Paume y Claudia Andujar en el Malba
Al observar lo que la nueva temporada expositiva nos depara, es una maravillosa sorpresa comprobar cómo algunos de los principales museos han decidido dedicar exposiciones importantes a mujeres artistas, sobre todo si se tiene en cuenta que pocos años atrás era impensable que instituciones de prestigio decidieran volver la mirada hacia las creadoras. De hecho, las mujeres se han presentado a menudo arropadas por excusas. Sucedió con la muestra de Artemisia Gentileschi, la hija de Orazio, en el Metropolitan en 2002. Hubo que esperar bastante para poder ver a esta gran artista en solitario. Fue en Milán y las voces de los disidentes se alzaron iracundas: pero ¿de verdad son “buenas” sus obras? Mieke Bal no tardaba en contestar la pregunta a través de un libro —The Artemisia Files—, en el cual formulaba la cuestión incómoda: ¿desde dónde se dicta la tan repetida “calidad”?
Por el contrario y después de las primeras y tímidas incursiones, ahora la mayoría celebra la llegada de las artistas a los grandes museos. Ocurrió con la brasileña Lygia Clark en el MOMA, sancta sanctorum de la modernidad. También sucederá con la retratista del XVIII Élisabeth Vigée Le Brun, que llega al mismísimo Metropolitan tras su paso de éxito por el Grand Palais de París. Allí se podrá ver —desde febrero hasta el próximo mayo— esta primera retrospectiva de la pintora, hecho insólito si tenemos en cuenta que se trata de una artista extraordinaria: amiga personal de María Antonieta, fue retratista de los principales personajes del periodo.
No solo las creadoras más establecidas van a tomar las salas de los museos. Algunas olvidadas se abren camino entre las negaciones reiteradas
No es la única mujer que llegará a otros museos de primera fila. La Tate Modern prepara para el próximo verano otra gran retrospectiva de la norteamericana Georgia O’Keeffe, cuyos paisajes urbanos y cuyas investigaciones sobre el Oeste, cuando tras su marcha de Nueva York se estableció en Nuevo México en busca de otros modos alternativos de narrar América, han marcado la mirada de varias generaciones.
No solo las creadoras más establecidas van a tomar las salas de los museos. Algunas olvidadas se abren camino entre las negaciones reiteradas, haciendo patente lo que la mirada hegemónica va dejando de lado por su falta de imaginación y de arrojo, por su obsesión de reconocer en lugar de conocer. En el Moderna Museet de Malmö —siempre al rescate de mujeres— se presentaba en octubre Hannah Ryggen, cuya muestra se podrá ver hasta el mes de marzo. La artista, que se expuso en la Documenta 13, abandonaba la pintura en los años veinte del pasado siglo para dedicarse a los tejidos; tal vez por eso fue descartada por la historia oficial, que ha considerado tejer como una actividad menor, de mujeres. Y, no obstante, sus obras están construidas por una protesta política, antinazi, que critica incluso la posición de la Suecia neutral en la Segunda Guerra Mundial.
Las mujeres serán las principales actrices en la muestra que el Banco de la República de Bogotá planea entre marzo y junio
El Jeu de Paume de París expone, de febrero a mayo, a una de las más interesantes artistas portuguesas, Helena Almeida, quien en sus fotos, dibujos y vídeos parte de la propia imagen para organizar un juego de reflejos intrigante y contradictorio. Y otra fotógrafa brasileña, Claudia Andujar, que empezó a hacer su trabajo con los yanomamis hacia 1970, se podrá ver en el Malba de Buenos Aires desde el próximo mes de marzo. La muestra —de unas 80 imágenes en blanco y negro— forma parte de una línea iniciada en el museo con la argentina Annemarie Heinrich, que pretende rescatar el trabajo fotográfico de algunas mujeres a la cuales la historia no ha dado el protagonismo que les corresponde.
También el Muac, de la Universidad Autónoma de México, presentará de febrero a mayo la obra de una de las artistas más comprometidas con las posiciones feministas de México, como creadora y como docente: Mónica Mayer. Sus investigaciones sobre las interrelaciones entre lo individual y lo colectivo harán de la muestra Si tiene dudas… pregunte un lugar de experimentación, performativa también, y de reflexión sobre lo establecido en el espacio del museo.
Después de las primeras y tímidas incursiones, ahora la mayoría celebra la llegada de las artistas a los grandes museos
De alguna manera las mujeres serán las principales actrices en la muestra que el Banco de la República de Bogotá —una de las salas más prestigiosas de la ciudad— planea entre marzo y junio. Allí se expondrán los retratos de las monjas muertas coronadas de finales del XVIII y principios del XIX, y de los cuales la colección conserva 46 piezas —la más numerosa de América Latina—. Dichos cuadros, extraordinarios, recogen la costumbre de realizar los retratos post mortem a la monjas en los conventos durante la época colonial, poniendo de manifiesto no sólo la compleja simbología en torno a la muerte, sino ciertos usos en época de la colonia.
Sin embargo, no sólo las mujeres acapararán las miradas en los próximos meses. En Madrid el Museo Reina Sofía mostrará al cubano Wifredo Lam, uno de los padres de la “negritud” junto con el poeta Aimé Césaire, que llega a Madrid tras su paso por el Pompidou. Por su parte el Prado, que desde hace algunas exposiciones no para de traernos regalos maravillosos, promete atraparnos otra vez con una muestra de La Tour en febrero —del cual se pudo ver hace algunos años en el propio museo la extraordinaria Magdalena penitente— y de El Bosco en mayo. Exposiciones, pues, para todos los gustos y en diferentes ciudades, donde los espectadores encontrarán preguntas, respuestas y el placer de mirar.
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