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La última guerra no ha terminado y la próxima está por empezar

Miljenko Jergović logra en 'Volga, Volga' un libro digresivo, en el que cuestiones como la identidad y la culpa se desarrollan en el escenario de los Balcanes

Patricio Pron

“Mi nombre es Dželal Pljevljak”, afirma el protagonista y narrador parcial de esta novela. “Llevo treinta y cinco años trabajando como personal civil en el Ejército Popular Yugoslavo. Soy soltero, no tengo padre ni madre ni perro que me ladre, pero no me lamento, sólo lo soporto. Estoy agradecido a Dios por los hombres que encontré en esta vida. Ellos me han cambiado”.

Volga, Volga narra en la primera de sus tres partes las vidas de esos hombres. Pljevljak las evoca mientras conduce de Split (en Croacia, en la actualidad) a Livno (actualmente, en Bosnia-Herzegovina) para participar del rezo del viernes en la mezquita local: el general Musadik Karamujić, primer propietario del automóvil Volga que conduce y su superior durante años, humillado por contar chistes acerca de Tito y del régimen yugoslavo; Haris Masud, víctima, testigo y más tarde actor de las guerras de los Seis Días, Argelia, Egipto y Afganistán, a quien el protagonista recurre en su condición de imán; y Osman Fatumić, jefe de una familia con la que Pljevljak traba conocimiento por azar y en la que encuentra (por fin) una, con resultados trágicos no sólo para él mismo.

“Dios ha dado a cada hombre su propia verdad. Sólo Dios sabe lo que es mentira y quiénes entre nosotros son los hipócritas, zainos y quiénes los justos”, sostiene otro personaje del libro. Volga, Volga tiene precisamente esto como tema; de la incertidumbre que supone ese no saber hablan las otras dos partes del libro, en las que se profundiza en la historia de Dželal Pljevljak y se desmontan las mentiras que el temeroso de Dios y muy recto Pljevljak, que odia toda mentira y teme al malentendido y al pecado, se cuenta a sí mismo para poner orden en su mundo y fin a una tristeza que no comparte con nadie porque guardársela le parece “más honrado”. En esas otras dos partes aparecen su padre, jefe durante la Segunda Guerra Mundial de una banda que peleó del lado serbio pese a que su líder era musulmán, su diminuto hermano Ragib, tendero, y su madre, cuya bondad sólo le permitió sobrevivir encerrada en un psiquiátrico; pero también aparecen la enfermera con la que Pljevljak se casó y con la que tuvo hijos y toda una parte de su vida que éste decidió olvidar para refugiarse en la religión y en el perdón a sí mismo, en un paralelo con esa Yugoslavia comunista que concluye cuando país y protagonista se ven obligados a recordar.

Miljenko Jergović nació en Sarajevo en 1966 y es considerado uno de los escritores balcánicos más importantes de su generación; durante el asedio a su ciudad, de 1992 a 1996, trabajó como corresponsal de prensa y en la actualidad es columnista de varios periódicos croatas e internacionales. Volga, Volga (publicada originalmente en 2009) es un libro digresivo (su referencia, por estilo y por proximidad no solamente geográfica, sería Un puente sobre el Drina del Premio Nobel serbio Ivo Andrić) en el que cuestiones como la identidad y la culpa se desarrollan en el escenario de los Balcanes, en ese hiato habitual en la región durante el cual la última guerra todavía no parece haber terminado y la próxima está a punto de desencadenarse. Volga, Volga forma parte de una trilogía conformada también por Buick Rivera (2005) y Freelander (2012), todos publicados en español por Siruela.

Volga, Volga. Miljenko Jergović. Trad. Luisa Fernández Garrido y Tihomir Pištelek. Madrid: Siruela, 2015. 272 págs. 21.95 euros.

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