Las armonías secretas
Según el evangelio de Harold Bloom, Carlos Pardo pertenecería al selecto club de los poetas fuertes
Según el evangelio de Harold Bloom, Carlos Pardo pertenecería al selecto club de los poetas fuertes. En efecto, estamos ante uno de esos autores llamados a liderar un cambio estético y a ejercer un magisterio saturnal sobre sus seguidores. Ocho años después de Echado a perder, Los allanadores avanza por un terreno inseguro, entre sobresaltos expresivos y desajustes tonales. Sin embargo, esa sucesión de acordes y desacuerdos se erige en uno de los puntos centrales de su programa emocional: “Para que una experiencia esté completa / un imprevisto / agente secundario / añade su ingrediente / disonante”. Así, la teoría musical de los armónicos permite suturar las cicatrices que atraviesan los versos: la cadencia lírica y los injertos prosísticos, la gravedad confesional y el desplante irónico.
En Los allanadores comparecen los residuos biodegradables del yo, los eslóganes de la vida en pareja y el desorden de las relaciones familiares.
El gran acierto de Los allanadores, donde Pardo opta por la asepsia sentimental, reside en su trama autobiográfica, concebida como una extensión de la obra narrativa del escritor. Un ejemplo es ‘Mis problemas con el judaísmo’, donde se mezclan la precaria salud de la madre, el activismo desencantado tras el 15-M y la indagación en la genealogía histórica del sujeto. Aunque a veces la avalancha anecdótica acaba desbordando las costuras discursivas, cabe aplaudir el riesgo de quien se resiste a dejarse encasillar en un minimalismo ilustrado. El autor entrega aquí una poesía sin prefijos, un poderoso testimonio de la desposesión y la prueba de que otro mundo creativo es posible.
Los allanadores. Carlos Pardo. Pre-Textos. Valencia, 2015. 96 páginas. 16 euros.
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