Rodin recupera su esplendor
El museo consagrado al escultor vuelve a abrir sus puertas en París tras tres años de obras
Se trata de uno de los últimos lugares mágicos que sobreviven en París. El Museo Rodin volvió ayer a abrir sus puertas en la capital francesa, después de tres años cerrado por obras, en un palacete particular pegado a los Inválidos, donde el mismo escultor vivió y trabajó hace cerca de un siglo. El lugar fue residencia del mariscal Biron, héroe de la batalla de Fontenoy, antes de convertirse en embajada rusa y escuela para niñas aristócratas. A principios del siglo pasado, el Estado francés la convirtió en talleres de alquiler para artistas. Por ese edificio pasarían Cocteau, Matisse, Isadora Duncan o Rilke, hasta que Rodin se instaló allí en 1908.
Abierto al público desde 1918, el centro había perdido en las últimas décadas parte de su esplendor. "Estaba en un estado preocupante y había que actuar con urgencia", confirma su directora, Catherine Chevillot. Antes de su cierre, solía acoger a 700.000 visitantes cada año. La nueva etapa viene acompañada de un recorrido distinto por la vida y la obra de Rodin y de una novedosa puesta en escena que restituye los tonos oscuros a las paredes del edificio. "Queríamos proponer un itinerario más coherente, estructurado, diverso y completo. La idea era mostrar el máximo de facetas de la creación de Rodin, incluyendo aspectos menos conocidos", afirma la directora.
Antes de su cierre, el centro solía acoger a 700.000 visitantes cada año
El recorrido, cronológico a la vez que temático, revisa la génesis de obras maestras como El beso, El pensador, La mano de Dios o La eterna primavera. "Rodin fue un hombre muy del siglo XIX en su manera de inscribirse en el realismo y el naturalismo de la época, pero su obra también incluye aspectos de una modernidad impresionante en su relación con el espacio y el movimiento, que luego influyó en Giacometti y en Fontana", añade Chevillot. Otra de sus apuestas ha consistido en retirar algunos de los bronces y sustituirlos por los modelos de yeso que Rodin realizaba —a razón de hasta una docena por escultura— antes de empezar a trabajar con el metal, que permiten observar de cerca su proceso creativo. El itinerario también se adentra en sus dibujos y objetos de su colección personal, además de dedicar una sala a la escultora Camille Claudel, con quien vivió una relación tumultuosa.
El vaho de los espejos
El visitante no encontrará cartelas ni textos explicativos. "Odio los museos donde se obliga al visitante a leer larguísimos textos. Desvían su atención y su mirada, que siempre tendría que estar dirigida a las obras", apunta Chevillot. El nuevo itinerario propone descubrir un total de 600 esculturas y pinturas, casi el doble que antes del cierre del museo. Se trata de una pequeña parte de una colección integrada por 7.000 esculturas, 9.000 dibujos y estampas y 6.000 objetos de la colección personal del autor. En el jardín de tres hectáreas que rodea el edificio, espectacular conjunto de rosaledas y sotobosques, se exponen decenas de esculturas adicionales al aire libre.
600 obras, el doble que antes de la rehabilitación, están expuestas
En algunas de las salas, los responsables de la restauración apostaron por conservar los espejos de otra época, empañados por el vaho que da el paso del tiempo, que confieren un reflejo borroso y atemporal a estos renovados interiores. "Esta es la magia del lugar. De repente, al entrar en esas estancias, no sabemos dónde nos encontramos", indica el arquitecto Dominique Brard, responsable de la restauración del edificio.
Brard logró resistir a las presiones de quienes encontraban absurdo gastarse 16 millones de euros para acabar sirviéndose de estos espejos antiguos. "El edificio está clasificado como monumento histórico, por lo que recibimos muchas visitas de inspección, que suelen ser bastante estrictas", confiesa el arquitecto. "Al contar con un presupuesto relativamente escaso, no pusieron problemas para que conserváramos los espejos. Si hubiéramos tenido más dinero, seguro que nos habrían obligado a cambiarlos. Por una vez, la crisis se convirtió en una aliada", ironiza. Gracias a ellos, el sortilegio del lugar sigue intacto.
El renacimiento de un lugar mágico
El Museo Rodin tiene su sede en el Hotel de Biron, palacete situado en el centro de París, cerca de los Inválidos.
Alberga gran parte de la producción de uno de los grandes de la historia de la escultura, entre ellas obras maestras como El pensador, El beso y Los burgueses de Calais.
En el edificio vivieron personalidades como Jean Cocteau, Rainer Maria Rilke, Isadora Duncan o Henri Matisse.
Abrió al público en 1918 y ha permanecido cerrado tres años para ser rehabilitado.
La colección total del artista comprende 7.000 esculturas, 9.000 dibujos y 6.000 objetos de su colección personal.
El coste total de la reforma del edificio y sus jardines asciende a 16 millones de euros.
Babelia
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