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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Macho

El cine clásico estaba lleno de hombres que abofetean a las mujeres. La visión del machismo cambia poco a poco. Ahora tenemos a heroínas como Malala

Ricardo de Querol
Marlos Brando y Kim Hunter, en una escena de 'Un tranvía llamado deseo' (Elia Kazan, 1951)
Marlos Brando y Kim Hunter, en una escena de 'Un tranvía llamado deseo' (Elia Kazan, 1951)

Poco a poco vamos avanzando en conciencia contra la violencia machista —este sábado se ha convocado una marcha en Madrid—, pero la sucesión de asesinadas no para. Al menos va quedando atrás esa visión de que el maltrato es un asunto doméstico donde más vale no meter la nariz y, peor aún, ese falso romanticismo envenenado por los celos que lleva a tratar como héroe al villano. Loquillo ya no cantaría La mataré, Sabina ya no escribiría “Nunca entiendo el móvil del crimen a menos que sea pasional”, nadie aplaudiría ya la letra de los Beatles que luego avergonzaba a Lennon porque decía: “Preferiría verte muerta, nena, que con otro hombre”.

Gracias al inagotable fondo de Yomvi, se puede repasar el cine clásico de aquellos años desbordantes de glamour, pero en los que estaba bien visto abofetearlas. Se veía en Gilda, se veía en La dolce vita. También en Un tranvía llamado deseo, aunque en esta película de 1951 se adivina un mensaje de denuncia. El drama habla del empobrecimiento de familias pudientes, de las tensiones entre locales e inmigrantes, pero también de una relación tóxica entre una mujer (Kim Hunter) y un gañán irresistible (Marlon Brando, a sus 26 años uno de los seres más bellos que ha pisado la Tierra). Él la agrede por variados motivos, como molestar, al poner la radio, la partida de cartas que juega con sus amigotes. Luego suplica su perdón, ha sido un pronto, ella se apiada y volvemos a empezar.

¿Seguimos en las mismas? Algunos, demasiados, siguen ahí. También tenemos heroínas como Malala Yousafzai, la chica paquistaní que a los 14 años sobrevivió a los tiros de los talibanes por defender la educación de las mujeres, la única base posible para afianzar su dignidad. Entrevistada el domingo por Ana Pastor en El objetivo, Malala dijo de los fanáticos que iban a matarla: “Los perdoné el primer día. Quiero que cambien y sean mejores”. Su serenidad estremece. Un Nobel de la Paz bien dado, no como otros.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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